Los eólicos generan 150 millones de euros, pero solo tres quedan en la zona

BARBANZA

alvite

La comarca cuenta con 450 aerogeneradores distribuidos en una docena de parques

26 ene 2019 . Actualizado a las 14:09 h.

Barbanza es una potencia en Galicia a la hora de generar electricidad a partir de la fuerza del viento. Los 450 generadores instalados en la comarca, repartidos por 12 parques, cuentan con una potencia nominal próxima a los 300 megavatios o, dicho de otra manera, producen energía suficiente para abastecer a más de 450.000 hogares, aproximadamente la mitad de los existentes en la comunidad. En términos económicos, esta actividad genera un volumen de negocio que, tirando por lo bajo, supera los 150 millones de euros anuales. Paradójicamente, de esta importante cantidad apenas tres millones, a través de distintos conceptos, se quedan en la zona.

En este sentido, las partidas más cuantiosas son las derivadas del impuesto sobre bienes inmuebles de características especiales, con alrededor de un millón de euros ?Mazaricos es el municipio más beneficiado con alrededor de 400.000 euros anuales? y los 750.000 euros que, de forma indirecta, llegan a los ayuntamientos barbanzanos a través del Fondo de Compensación Ambiental.

Reparto proporcional

En este último caso se trata de una partida que recauda la Xunta en concepto de canon por la ocupación del terreno y que, posteriormente, reparte de forma proporcional entre los concellos con infraestructuras eólicas. Como su propio nombre indica, este dinero debe destinarse a proyectos de marcado carácter medioambiental.

El resto se reparte entre los dueños de terrenos ?en la mayoría de casos, comunidades de propietarios de montes en mano común? que, en su día, firmaron acuerdos con las empresas promotoras de los parques a la hora de ceder sus terrenos tanto para la colocación de las estructuras como de las líneas de evacuación de la energía. Al tratarse de pactos privados no existe un estándar que se repita para valorar el dinero que abonan las eólicas por sus instalaciones. De hecho, mientras algunas asociaciones negociaron una cantidad fija por cada molino en su territorio ?oscila entre los 6.000 y los 9.000 euros, en la mayoría de los casos? otros optaron por la variante del metro cuadrado ocupado.

En cualquier caso, tal y como apuntan especialistas en este tema, lo que perciben los afectados, incluso los mejor pagados, representa una parte insignificante del negocio que se genera.

«É unha mágoa que esta explotación masiva dos nosos recursos naturais non teña un retorno sobre as comunidades que o sofren. De feito, hai moitas aldeas que padecen diariamente o ruído dos parques e que reciben cantidades irrisorias por ter cedidos os seus terreos», explican técnicos del Ayuntamiento de Mazaricos que, desde hace unos años, asesoran a los afectados sobre como actuar ante nuevos proyectos de construcción.

Dos décadas de desencuentros entre vecinos y empresas

Los primeros molinos barbanzanos empezaron a girar en 1997. En ese año arrancaron los parques Paxareiras-Montevós, en terrenos de Carnota, Mazaricos y Muros, y Barbanza, entre Porto do Son y A Pobra. La instalación de estas infraestructuras no generó, paradójicamente, gran malestar sobre los vecinos que, sin embargo, sí pusieron numerosas objeciones a proyectos que se presentaron después.

Las críticas venían dadas ya no solo por el bajo precio que se ponía a los terrenos afectados, sino también por los problemas que se generaban en la señal de televisión, la cobertura de los teléfonos móviles o los daños causados por la maquinaria en las carreteras y caminos agrícolas. Incluso los propios ayuntamientos iniciaron contenciosos judiciales derivados de los distintos criterios que se dieron a la hora de liquidar el pago del impuesto de construcción.

La presión vecinal incluso consiguió que parques como el que se pretendía construir entre las parroquias de Beba y Coiro, se paralizaran definitivamente debido a la proximidad de los generadores a las viviendas.