Lucas, el perro que tiene que despedirse de su dueño porque ya no puede cuidar de él: «Un cazador quixo levalo pero díxome que lle ía pegar un tiro se o can non lle servía»
BARBANZA
El ribeirense busca una familia que colme de cariño a su preciado can
09 abr 2024 . Actualizado a las 18:48 h.A veces las mejores cosas de la vida llegan no se sabe muy bien si por obra del destino o por casualidad. Un simple paseo o un regalo que en principio iba dirigido a otra persona pueden acabar convirtiéndose en un pilar fundamental en el día a día de alguien sin que ni siquiera se lo espere.
Una de esas historias fue la que le pasó a José Manuel del Río, un ribeirense al que un familiar acabó cediéndole el cuidado de un cachorro al que acababa de adoptar, el pequeño Lucas. Desde el minuto uno, ambos fueron inseparables: «É o rei da casa, sempre vai comigo alá onde vou, quéroo moito».
Pero todo se torció hace un tiempo, cuando al dueño del can se le cayó un enorme tronco de madera sobre la espalda que casi lo mata. «Fun trasladado ao Clínico en helicóptero, dábanme 24 horas de vida», confiesa recordando aquellos dolorosos momentos. En aquella época, el perro tenía tan solo un par de meses, pero ya le había cogido el suficiente cariño a su amo como para permanecer a su lado en la cama hasta ver que se iba recuperando.
Complicada decisión
Debido a la operación a la que se tuvo que someter, el barbanzano lleva varios tornillos insertados en la espalda que le ayudan a mantener en su sitio la columna, mas algunos de ellos se han movido por culpa de la fuerza del can, que al ser tan joven tira mucho de la correa cuando lo pasean: «Non me quero desfacer de Lucas, pero a miña saúde non me permite quedar con el». El periplo sanitario del amo no acabó en esa complicada operación, sino que tendrá que enfrentarse a una segunda para retirarle los restos metálicos de implantes rotos y ponerle una placa de titanio: «Podo quedar en cadeira de rodas»
Explica que el suyo es un peludo muy enérgico y que le encanta darse largos baños en la playa o en el río, pero que últimamente sus paseos se han reducido a cortas salidas al monte en las que ni siquiera corre, pues cuando se percata de que su dueño se sienta en una piedra, él se tumba a su lado: «Eu quero que o saquen todos os días e que se canse de xogar».
Por eso ha decidido, con el dolor de su alma, ponerlo en adopción. El barbanzano apunta que ya ha recibido alguna oferta, pero que ninguna se parece al futuro feliz que desea para su perro: «Un cazador quixo levalo pero díxome que lle ía pegar un tiro se o can non lle servía».
Para evitar el peligro de que su pequeño caiga en las manos equivocadas, este vecino de Santa Uxía lleva tiempo colaborando con los miembros de la protectora Los Olvidados de la Perrera de Ribeira, desde la que aseguran que están buscando a alguien que verdaderamente esté dispuesto a llenar de cariño al perro.
Eso es lo que más le importa a Del Río, al que le gustaría seguir visitando al animal después de entregarlo: «Encantaríame que vivise cerca para poder ir velo». Admite que está dispuesto a sacrificar la posibilidad de que viva en la capital barbanzana si la gente que lo adopta le manda vídeos y fotos para comprobar que está no solo en buen estado, sino feliz y con una familia que lo quiere: «O óptimo sería que tivesen un espazo pechado para que el poida correr libre».
Mientras él se preocupa de que su amigo de cuatro patas sea acogido en las mejores condiciones, hay gente que pega a los perros o los abandona a su suerte en las calles, algo que el barbanzano siempre ha visto como una verdadera monstruosidad: «Nunca entendín como hai alguén capaz de pegarlle patadas a un can ou darlle cunha vara». Por su parte, desde la protectora animan a la gente a echar un vistazo en sus redes sociales y contactar con ellos en caso de querer adoptar.