Tatuajes que llevan la firma de un campeón de España de kick boxing

Francisco Brea
Fran Brea RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Diego Hermo está contento porque tiene mucho trabajo tanto en Noia como en Santa Comba.
Diego Hermo está contento porque tiene mucho trabajo tanto en Noia como en Santa Comba. MARCOS CREO

Diego Hermo ya tiene un estudio en su Noia natal y otro en Santa Comba y por el momento está muy contento por el volumen de trabajo y la satisfacción mostrada por los clientes

19 ene 2024 . Actualizado a las 11:27 h.

Diego Hermo (Noia, 1995) cuenta con un gran palmarés como luchador. Fue dos veces campeón de España de kick boxing y otras tantas subcampeón. Además, tiene cuatro títulos autonómicos y una participación en un mundial, en el que perdió con el rival que, finalmente, se acabó subiendo al segundo cajón del podio. Muchos años en la élite, con un gran sacrificio. Ahora, el noiés ha salido del cuadrilátero para meterse en un estudio, concretamente en el de tatuajes que él mismo regenta.

«Empecé a pelear a los 17 o 18 años, antes jugaba al fútbol. Estuve hasta los 26 y fue un gran sacrificio. Lo di todo. Entrenaba dos veces al día, dieta estricta, no salía... no tenía la vida normal de un chaval de esa edad. Eso quema un poco y, también por problemas familiares, acabé parando. Ahora entreno por afición», explica Hermo. Es consciente de que dejó su carrera «a medias y en un pico alto. Podría haber llegado a más», pero decidió darle un giro a su vida. Asegura que siempre le gustaron los tatuajes y dibujar, por lo que tuvo clara su apuesta: «Cogí la máquina para probar. Empecé en piel sintética y rápido pasé a tatuar a amigos».

Como reconoce el propio Diego Hermo, este era un «mundo nuevo» para él, pero se adentró con muchas ganas: «Tenía que aprender y me gusta mucho aprender. Me motivó empezar y ver el progreso. Lo estoy dando todo y le pongo mucho empeño. Afronto esta etapa con la misma mentalidad de superación que en el deporte para llegar lo más lejos posible en esta profesión». 

Crecer y evolucionar

Hermo tiene su estudio de tatuajes en Noia, en el Malecón de San Lázaro, y también se ha instalado en Santa Comba «para crecer y evolucionar. Tenía horas libres y podía ir un par de días. Vi que no había otros estudios en la zona. Estoy muy contento porque el trabajo va bien y cada vez me conoce más gente».

Poner en marcha un negocio siempre es «una etapa dura», comenta el noiés: «Toda la responsabilidad recae sobre mí y estoy adaptándome a este estilo de vida. Cada vez me va mejor».

O Forte Tattoo es el nombre del estudio de Diego Hermo y, como apunta, la elección no fue casual: «Así se llamaba la empresa de mi abuelo, que se dedicaba a la fabricación de motores de barcos y así se llama también el negocio de mi padre».

El barbanzano no dudó a la hora de abrir su establecimiento. «Fui rápido. Al año vi que valía. Con los primeros clientes había más nervios, pero ahora ya me muevo como pez en el agua», señala. Porque cuando peleaba ya dejaba su huella en la piel de sus rivales, aunque «de manera diferente. Las otras marcas eran temporales y estas son para toda la vida», bromea.

En el tiempo que lleva ejerciendo como tatuador, Diego Hermo ya se ha enfrentado a varios retos. Recuerda el primero: «Fue hacer un microrrealismo de animal, un perro a un amigo, y salió muy bien».

También atesora ya alguna anécdota que otra, como la visita de tres chicas francesas. «Vinieron en velero desde Francia, parando en diferentes puertos de la costa. Atracaron en el de Muros, miraron a ver si había cerca un estudio de tatuajes y acabaron en el mío para tatuarse el nombre del barco en el que estaban navegando».

Hermo comenta que lo que más le gusta es «hacer microrrealismo y realismo. Lo que más trabajo actualmente es línea fina en mujeres, pero hago todo tipo de tatuajes. Estoy muy contento y veo que los clientes también, porque muchos repiten. También quiero destacar y ser reconocido en este mundo, se me da bien».