Nos extinguiremos pronto y no será por ninguno de los múltiples vaticinios de Hollywood
06 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Que sí, no lo duden. Nos extinguiremos pronto y no será por ninguno de los múltiples vaticinios de Hollywood, será por algo más simple y bochornoso para la especie humana. Aunque bien mirado, tendrá su justicia poética: cerraremos el círculo y después de miles de años de evolución volveremos al encefalograma plano de la humanidad. O a la estupidez absoluta, si lo prefieren. Y en este terreno la época navideña viene a ser como el otoño para las setas, un pasen y vean o un ¡más difícil todavía!
Lo de la peregrinación a Vigo para ver lucecitas —turismo de led— tiene su miga, con sus atascos y estrecheces. Porque a los humanos nos pasa lo que a las caballas, que picamos sin cebo y saltamos a la barca de Abel Caballero a lo loco. Tanto que hasta se llenan los hoteles de Ourense.
Después está lo de la lotería de Navidad. Que nos la han colado y cuelan tan bien que hasta esperamos por el anuncio anual en un sinvivir místico, que ya quisiera Santa Teresa. Es una tradición, nos dicen; sin sonrojarse, fomentando el juego. Un sorteo donde el Estado ingresa una inmensa fortuna y tiene adjudicado el gordo a priori.
O la locura consumista, gastando lo que no tenemos, como si no hubiese un mañana, que en la comida tiene su clímax. Los días señalados hay que comer camarones y percebes a más de 200 euros. O nécoras a 80 y centollo a 40. Hay que hacer de comer para la familia y que sobre para medio pueblo.
¿Por qué? Pues por una mezcla de irracionalidad y presunción. O que corra el alcohol y nos venimos arriba. ¡Yo que sé! Por hambre no es porque cuando llegas a cenar o a comer ya casi vas cebada y adobada.