Hace unos días, La Voz de Galicia se hacía eco de las intenciones de la Dirección General de Tráfico (DGT) de intensificar los controles de drogas en los conductores de la comarca. Ocasión por la que quiero insistir —por justicia y no porque tema que pueda afectarme— que esta prueba me parece anticonstitucional.
Los test de drogas simplemente detectan su presencia o no en el organismo de la persona que se somete a ellos, en base a lo cual se las sanciona, sin que exista una graduación y, a su vez, acreditado por estudios técnicos solventes, haber determinado los efectos en el organismo que mermarían las condiciones para la conducción en sus diferentes niveles.
Debido a esta anomalía jurídico-administrativa, una persona que en la intimidad de su casa haya fumado un porro el viernes puede dar positivo el domingo, cuando ya los efectos sobre ella en nada limitan su capacidad. Por eso concluyo que incrementar controles con ese sistema solo puede tener como objetivo aumentar la recaudación por sanciones.
En contraposición, si nada ha variado en los últimos tiempos, Barbanza tiene, con diferencia, el mayor índice de cardiopatías graves en menores de 25 años de toda Galicia, con sospechas claras en el ámbito sanitario a lo que es debido. ¿Han visto que esta preocupante anomalía sanitaria despertara interés en la Administración o la realización de alguna campaña o acción preventiva para atacar el problema?
Por último, tenemos un helicóptero para multar en la autovía, pero no una ambulancia medicalizada en el hospital, cuando lo segundo tiene mayores riesgos que lo primero para la población.