Álvaro Castro, nieto de Genebrando Castro, hizo una exhibición en honor a su abuelo
27 abr 2024 . Actualizado a las 16:13 h.El porte y la elegancia de un caballo no se puede comparar con la de cualquier otro animal, por eso cada año en Noia cientos de amantes de los espectáculos ecuestres se reúnen en el casco urbano para disfrutar de la Feira Cabalar.
Esta vez, aunque el tiempo amenazaba con aguar la fiesta, finalmente las nubes dieron una tregua a los vecinos, que pudieron gozar de la mañana sin tener que taparse bajo un paraguas. El plato fuerte de la cita fueron las pruebas de morfología y velocidad, en las que se repartieron más de 4.100 euros en premios divididos en cuatro categorías: pura raza gallega, cruzados, árabes y ponis.
Las crines trenzadas y lomos brillantes de machos originarios de los montes de la comunidad fueron los primeros en desfilar sobre San Lázaro. Primero, los animales fueron examinados por los jueces mediante un corto reconocimiento físico. A continuación, todos ellos hicieron gala de las horas de entrenamiento invertidas en su crianza luciendo sus dotes tanto andando como a trote.
Es difícil condensar años de aprendizaje en un par de ejercicios de apenas unos minutos, por eso dos jinetes de una de las ganaderías participantes se esforzaron en realizar una exhibición en la que guiaron a los caballos logrando que hiciesen movimientos complejos, como desplazarse de lado mientras avanzaban en diagonal o andar hacia atrás.
Los ejemplares cruzados también tuvieron su momento para brillar sobre el césped en la villa noiesa, no sin antes, eso sí, disfrutar de alguna que otra dentellada de hierba fresca cuando sus entrenadores se descuidaban un par de segundos. Entre ellos despuntó la elegancia de ejemplares como Iván o Tequila CS, que ganaron el primer premio en las categorías de macho y hembra.
Los que se llevaron toda la atención fueron los más pequeños, tanto si se habla de caballos como de seres humanos. Numerosos ponis salieron a la pista acompañados de sus guías, niños y preadolescentes cuyo talento a la hora de amansar y domar a estas bestias dejó al público sin palabras. La calidad de los ejercicios y los ejemplares fue tan buena que todos los participantes recibieron una medalla de la mano del edil de Cultura, José Pérez.
Acto emotivo
El punto emotivo de la jornada llegó de la mano de Álvaro Castro, nieto de Genebrando Castro, un conocido habitual de esta fiesta fallecido hace unos años debido a una enfermedad. Por su parte, el Concello de Noia hizo entrega al jinete de una placa en honor a su abuelo que este enseñó al público trotando a lomos de un caballo blanco.
La tradicional cita se cerró con la exhibición de potros pura raza árabe y una carrera de velocidad en la que los caballos corrieron en dos disciplinas, una de dos tiempos y otra de cuatro: andadura serrada y chapeada. Además, los noieses disfrutaron de una feria de maquinaria agrícola con más de una veintena de modelos expuestos en la calle Escultor Ferreiro y en Porta da Vila.