El boirense será enterrado hoy en Vista Alegre
05 sep 2020 . Actualizado a las 09:36 h.Indagando en la hemeroteca de La Voz de Galicia para encontrar referencias de Casimiro García Echevarría me llevo una sorpresa mayúscula. Martes 28 de enero de 1968. Página 8. Dice el titular: «Donativos recibidos para Ramón Sampedro Cameán». Se trata de un listado de aportaciones realizadas por personas y entidades para ayudar a un marinero que en agosto de ese mismo año sufrió un grave accidente en la playa de As Furnas que lo dejó tetrapléjico. Entre los donantes figura Casimiro. Y sí, el beneficiario era el Ramón Sampedro que todos conocemos. Le comento el detalle a su cuñado Juan Carlos González, y me responde rotundo: «Eso refleja lo que fue Casimiro toda su vida, un buenazo, una buena persona. Yo mismo le estaré eternamente agradecido por el tiempo que me dedicó».
Que Casimiro García participara en aquella causa solidaria no fue casual por dos motivos: su generosidad y su trabajo, cuestiones ambas que marcaron toda su vida, la mayor parte de la cual la tuvo ocupada trabajando en las antiguas ayudantías de Marina de Ribeira, A Pobra, Noia y Fene. Coincidió en el fatídico año de Ramón Sampedro que estaba destinado en la de Santa Uxía, a la que pertenecía la zona marítima de Porto do Son.
Quizás ese constituya el detalle más curioso de su generosidad, porque en torno a esa facultad se amontonan numerosos nombres de personas y familias a las que ayudó y asesoró para conseguir pensiones, para librar del servicio militar, o para encontrar un empleo en un barco.
Los boirenses que lo conocíamos desde niños sabíamos que era grande en lo físico, pero desconocíamos que esa facultad se multiplicaba en lo personal. Lo recuerdo siempre emitiendo un leve silbido, para mí una manifestación espontánea que denota sosiego, concentración, propia de personas con la conciencia tranquila.
Casimiro sembró generosidad, pero la enfermedad es ciega y no le perdonó los últimos años de su vida, ni tampoco el destino le recompensó cuando le arrebató a su hijo Jorge en un accidente de tráfico. Pese a ello, lo vi hace poco, en su silla de ruedas empujada por su inseparable esposa, María Dolores, Madó, con su enorme sonrisa y un gesto de satisfacción del que concluí que hasta en tan difícil situación era un ejemplo de persona.
Grande como persona, grande en lo físico, grande en lo profesional y grande en compromiso social, pues no se puede calificar de otra forma que fuera concejal de Boiro en las primeras elecciones municipales, que presidiera el Centro Cultural y Deportivo de Boiro, que fundara el Club de Tenis de Noia, que fuera directivo del Liceo noiés, que participara en la creación de la sociedad de cazadores de Boiro y de Noia, que tuviera parte activa en la recuperación de la Semana Santa boirense -en la que cedió el testigo a su hijo Jorge-, que liderara a los vecinos de Teo cuando se fue a trabajar a la Xunta.
Los restos mortales de Casimiro saldrán a las 19.45 del tanatorio de Boiro hasta la iglesia de Santa Baia, y tras el funeral, serán llevados al cementerio de Vista Alegre.