Ni la amenaza de lluvia pudo con la apoteosis final de las Festas da Guadalupe

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

RIANXO

Unas cuarenta mil personas cantaron, bengala en mano, «A rianxeira»

23 sep 2024 . Actualizado a las 14:27 h.

Miles de personas alzando bengalas y cantando al unísono la mítica Rianxeira. La escena, como cada septiembre, volvió a repetirse la madrugada de este sábado en la plaza Castelao, un espacio que registró el habitual abarrote coincidiendo con el colofón de las Festas da Guadalupe y eso que la lluvia amenazó con chafar la noche en varios momentos. De hecho, un par de horas antes de que se produjera el mágico momento, se registró un colapso circulatorio que hacía presagiar que el final de las celebraciones sería nuevamente glorioso.

El goteo de vehículos fue constante desde última hora de la tarde, con los más previsores tratando de anticiparse a la hora punta para garantizar un aparcamiento próximo al corazón de Rianxo. Poco después de la medianoche, con las zonas de aparcamiento habilitadas por el Concello a tope y los rezagados tratando de hacerse con un hueco llegó a saturarse la circulación, pero según informaron desde la Policía Local, solo fueron interrupciones puntuales.

La gente no solo llenó la plaza Castelao, donde las orquestas Mar de Arousa, Saudade y Charleston Big Band aliviaron la espera; sino que también abarrotó las terrazas y calles adyacentes. Los niños fueron los primeros que entonaron A rianxeira. La cantata infantil tuvo lugar a la medianoche, tras una verbena infantil animada por Pakolas. La de los mayores llegó a la hora habitual, cuando el reloj marcaba las dos de la madrugada y en la plaza del concello no cabía un alfiler. Cuarenta mil personas, según los cálculos de la Policía Local, se dieron cita en el momento clave de las Festas da Guadalupe.

Y eso, que tal y como reconoció el presidente de la comisión organizadora de las celebraciones, Carlos Ces, cuando tomó la palabra sobre el escenario de la Charleston, había cierto miedo a que la afluencia de gente se viera este año mermada por las fechas de los festejos, más tardías de lo habitual: «Está visto que o mundo se move ao redor da Guadalupe e que se poñemos as festas en decembro tamén encheremos». El comentario despertó sonoros aplausos del respetable.

Llamamiento a los vecinos

La intervención del líder del equipo organizador cobró después un tono más serio. Carlos Ces aseguró que ha sido un año complicado, debido a que el programa de esta edición ha sido el más caro de la historia de las fiestas. Para mantener el listón de cara al futuro, apeló a la colaboración de los vecinos y no solo a través de sus aportaciones económicas: «Necesitamos que xente nova entre na comisión, persoas con ideas e con ganas, porque ten que haber renovación».

Finalizado el momento cumbre de la noche, la verbena continuó, eso sí, con una merma importante de espectadores. Pese a ello, fueron muchos los que demostraron estar en plena forma festiva pues, pese a llevar sobre sus espaldas una semana completa de celebraciones, pasaba de las ocho de la mañana del sábado cuando la plaza Castelao se vació por completo.

Fue entonces cuando también quedó disuelto en su totalidad el amplio dispositivo de seguridad que se había montado en Rianxo para hacer frente a las posibles incidencias en la que es la noche más concurrida en la localidad. Trece policías locales y quince agentes de la Guardia Civil, apoyados por un grupo de voluntarios de Protección Civil, se apostaron en puntos estratégicos, pero afortunadamente apenas tuvieron que intervenir. Al equipo de emergencias se sumaron tres ambulancias, que solo realizaron traslados por indisposiciones.

Una noche perfecta para redondear una semana de fiestas que seguro que para algunos rianxeiros se hizo demasiado corta. También para los integrantes de la comisión organizadora que, tal y como avanzó Carlos Ces, en breve empezarán a trabajar para la próxima edición, siempre con el objetivo de situar a Rianxo por unos días en el ojo del huracán lúdico.