Francisco Rey: «Fui espiado durante el franquismo»

Carmen Fernández / P. C. RIBEIRA / LA VOZ

RIBEIRA

MARCOS CREO

El cura se jubiló hace unos meses por motivos de salud y ahora reside en A Pobra

31 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado está siempre en la retina de las personas. En algunos casos, las publicaciones en papel e Internet son los únicos soportes que recuerdan sus vivencias, esos hechos que, aunque quedaran atrás, siguen estando muy presentes. En otras ocasiones, aún se puede recurrir a la propia fuente, a los que atesoran los tiempos pasados y los tienen grabados en su mente por una sencilla razón: fueron testigos. El expárroco de Olveira, Francisco Rey, recientemente jubilado, es como un libro abierto. A sus 84 años, vivió momentos importantes de la historia reciente española, como el franquismo o la Transición, y guarda anécdotas llamativas, sobre todo relacionadas con la dictadura. En aquellos tiempos, los curas estaban muy bien considerados, pero eso no los eximía de problemas, dice.

La Iglesia tenía mucho poder, hasta el punto en que un marinero no podía ir al mar si los curas no le entregaban un certificado de buena conducta»

«Fui espiado durante el franquismo. Vino un juez a mi casa para hacerme preguntas sobre las misas, para saber qué decía en ellas», explica Francisco Rey. Cuando pasó esto, el sacerdote tenía solo 27 años, es decir, hacía relativamente poco que había empezado su camino como párroco. De aquella época no solo recuerda esa anécdota sobre la represión franquista, también le viene a la mente la situación que vivía el mundo eclesiástico: «En esos años, la Iglesia tenía mucho poder, hasta el punto en que un marinero no podía ir al mar si los curas no le entregaban un certificado de buena conducta», cuenta. Con el paso del tiempo, esto fue cambiando en muchos aspectos, adaptándose a la época, indica.

Rey empezó en 1958 como coadjutor en la iglesia de Ribeira. Allí permaneció dos años, hasta 1960, cuando se hizo cargo de la parroquia de Olveira, en la que estuvo hasta esta primavera. Los achaques en su salud fueron los que le obligaron a retirarse después de Semana Santa. En abril fue ingresado por neumonía, lo que sumado a sus problemas de artrosis en los pies le hicieron tomar la decisión, comenta: «Así no puedo atender la parroquia. Podría dar la misa sentado, pero también tendría que visitar a enfermos, estar con la gente... y por mi estado soy incapaz, me cuesta mucho andar y estar de pie».

Su vida ahora

Desde que está jubilado, tiene una nueva rutina establecida. Lo normal ahora son los paseos, cortos por sus piernas, pasar tiempo con su familia, con sus amigos y leer. Se ha instalado en A Pobra, localidad en la que nació y en la que viven sus parientes más cercanos, si bien su hermana mayor, que es monja, está en Vigo.

La sociedad fue cambiando, y algo que le llena de pesar es la pérdida de la fe. «Ahora los niños hacen la comunión y no vuelven a pisar el templo. Pero es algo generalizado que se da en todos los sitios», indica el párroco. Y cada vez son menos frecuentes actividades que se realizaban antes con asiduidad, como los viajes de la parroquia: «Visitamos muchos puntos de Galicia, de Portugal, pero eso se perdió. Ahora la gente se puede desplazar con más facilidad y estas excursiones han ido desapareciendo».

Ahora los niños hacen la comunión y no vuelven a pisar el templo»

A pesar de que en Ribeira estuvo solo dos años, hubo ciertas vivencias que siempre recuerda. A finales de los años cincuenta, y con la ayuda de mucha gente del municipio, crearon la primera radio diocesana de la ría de Arousa. Pasar más de media vida en Olveira dejó huella en don Francisco de múltiples formas. No solo vio crecer la parroquia, también a muchas personas, a las que ayudó de numerosas maneras y que dejaron huella en él. «Fue una muy buena experiencia», afirma el pobrense.

Este sentimiento, sobre todo el de gratitud, es correspondido por los vecinos de la localidad. Por eso, el próximo 10 de septiembre, en el homenaje que le tienen preparado, le agradecerán sus 57 años de dedicación a la parroquia.

Oposiciones. «Me querían mandar a muchos sitios, pero eso no era mi voluntad, así que me saqué las oposiciones», cuenta el cura. Antes eran necesarias para ir a una parroquia, explica.

Transportista. Hace años, era el único de Olveira que tenía coche, por lo que llevaba a los vecinos al médico.