A la competencia de internet se unen las rebajas constantes de las propias marcas
14 jul 2023 . Actualizado a las 21:04 h.Que el pequeño comercio no atraviesa por un buen momento es algo obvio desde hace tiempo, pero la pandemia parece que vino a darle la puntilla, y desde entonces no ha conseguido levantar cabeza. Las compras por internet no paran de incrementarse, el precio de los locales lejos de bajar también sigue subiendo y los comerciantes denuncian que cada vez tienen que hacer frente a más dificultades, y muchos de ellos ya se han planteado echar el cierre.
Entre ellos está Xane Domínguez, una pobrense que lleva treinta años detrás del mostrador, de los que 17 ha estado al frente de la tienda Velvet de Ribeira, que bajará la verja definitivamente en las próximas semanas. «Hemos vivido épocas en las que las cosas podían estar difíciles, pero se vendía de otra manera», apunta la comerciante, que reconoce que no aguanta más. Por un lado está la competencia brutal que les hacen las propias marcas que venden, «que están en rebajas constantes y no podemos hacer lo mismo. La gente ya pregunta a principio de temporada en cuánto le queda una prenda que acaba de salir. Las firmas nos tienen a los comercios de escaparates para ellas, sin darse cuenta de que una vez que nosotros cerremos se quedarán sin nada, porque a la gente le gusta ver y tocar lo que compra», apunta.
«Hemos vivido épocas en las que las cosas podían estar difíciles, pero se vendía de otra manera»
Aunque, lo que más nota esta autónoma, es un cambio en el comportamiento de los clientes, que desde la pandemia tienen una falta de empatía y de falta de educación hacia los que trabajan en los comercios. «Antes aún hacían el teatrillo, pero ahora vienen a probar aquí y abiertamente le dicen a su hija: ‘Mira la talla que mañana te la cojo en A Coruña o por internet'. O gente que compra por la web y luego quieren que tú se lo recojas», destaca Domínguez, que confiesa que estar de cara al público es algo que quema mucho. Velvet no será el único negocio que se despedirá de la calle peatonal de Ribeira, puesto que en poco tiempo han cerrado dos, y en las próximas semanas lo harán otros tres más, incluido Kiddy's Class.
Segunda mano
En A Pobra tampoco está la cosa para echar cohetes, y repiten los mismo motivos que han llevado a poner al comercio local contra las cuerda. Además, añaden que «los productos de segunda mano nos están invadiendo cada vez más, y las rebajas han sido muy flojas, solo funcionan la primera semana y nada más», apunta María Triñanes, que también reconoce que la competencia de ciertas firmas como Shein «está arruinando al pequeño comercio y no es de extrañar que acabemos todos cerrando en unos años».
El verano tampoco está saliendo como esperaba para la boirense Emma Outes, que asume que a los comerciantes no le queda más remedio que «aguantar y seguir tirando». Reconoce que las ventas están siendo «flojas y la cosa está bastante tranquila. Normalmente, el verano siempre es bueno en Boiro, pero está todo un poco parado. Las rebajas funcionaron la primera semana y luego olvídate». La autónoma boirense dice que las ventas por internet le están haciendo mucho daño, «pero menos mal que aún queda gente, aunque sea poca, que le gusta comprar en tienda y nos va dando la vida».
Para el rianxeiro Manuel Domínguez tras la pandemia hubo un cambio de hábitos y creció mucho la compra por internet, pero para él este verano está siendo más o menos igual que los anteriores. Reconoce que el perfil de cliente de su negocio suele ser un comprador bastante fiel, que apuesta por las marcas y que no suelen ser adolescentes que optan por otro tipo de prendas de menor coste y calidad. Lo que sí señala es que las firmas que tiene en venta «cada vez nos hacen una mayor competencia y nos obligan a estar bajando los precios constantemente. La gente ya te viene con el móvil y te dice que ese artículo está el 50 % en la web de la marca, y tú lo tienes al 20 %, y tienes que rebajarlo».
En la misma situación están en Noia, donde una comerciante señala que «la competencia cada vez es más brutal. Antes teníamos que luchar contra las grandes firmas, luego llegaron las ventas por internet, y ahora contra las propias marcas que vendemos. Esto es la ruina».