Las barreras de arena de Barrañán o las Cíes, Samil o Barra atrapan los restos de hilos de ropa de las lavadoras
17 oct 2019 . Actualizado a las 10:28 h.Los microplásticos (trozos microscópicos de plástico) han llegado a las playas gallegas para quedarse. El Parque Natural de las Illas Atlánticas los ha detectado en las islas Cíes y en las playas de Samil y Barra. Se trata de partículas que no se distinguen a simple vista y que, principalmente, proceden de hilos de la ropa. Están ahí pero no se ven. El director-conservador del parque, José Antonio Fernández-Bouzas, confirmó ayer la existencia de microplásticos en las playas de la ría de Vigo, según un muestreo realizado en toda España por el Ministerio de Medio Ambiente. Incluso fueron detectados en Doñana. «Detectamos estas partículas que no se ven, hay mucho teflón e hilo. Son restos de telas de tejidos de la ropa que usamos y que metemos en la lavadora en cada casa. Ninguna depuradora es capaz de filtrar esto», dice Fernández-Bouzas.
Lo que pasa en la Ría de Vigo también es factible en la Costa da Morte y las Rías Altas. Una reciente exposición en el castillo de Santa Cruz, en Oleiros, mostró todo tipo de objetos plásticos recuperados en las playas, desde mecheros a cabezas de muñecas o maquinillas. Basta una pequeña batida a pie por las dunas de la playa de Barrañán, en Arteixo, para darse cuenta de todos los envoltorios y productos plásticos que el mar entierra en la arena. A veces, a simple vista se distinguen pequeños objetos de colores vivos como el naranja o el azul. Son las boquillas, lo único que sobresalen de las pajitas de plástico, tan denostadas ahora, enterradas. Basta con tirar y sale entero este útil para beber. La píllara, un ave común de la zona y de la Costa da Morte, podría confundirlo con comida.
Las dunas y la vegetación de este entorno natural de Barrañán atrapan los restos de bolsas plásticas, envoltorios de cajetillas de tabaco, caramelos, chocolates, chicles e hilillos de cuerda verdes o naranjas. Quedan enredados en la hierba, la herba de namorar o los cardos.
En este ecosistema también es fácil hallar desperdigadas bolitas de polispán, el material blanco de las cajas de marisco. Hay trozos tan diminutos, de dos o tres milímetros de diámetro que caben entre las yemas de dos dedos. Pero son demasiado grandes para considerarse microplásticos. A veces, en la arena se distinguen redondeles finos de color rojo o azul, menores que el tapón de un boli, que recuerdan al tejido de la ropa. Por debajo de estos tamaños hay que usar la peneira para filtrar la arena para atrapar plásticos diminutos. En una reciente actividad educativa para recoger plásticos en Barrañán, promovida por una entidad privada, se usó una peneira para remover la arena y mostrar la presencia de plásticos y de otros compuestos jabonosos que se generan al mezclarse con las aguas fecales en los procesos de depuración. Pero el problema es tan omnipresente que solo con rascar la ropa ya se generan microplásticos.