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Celtas Cortos cautivó al público de Cee con sus canciones de siempre

CARBALLO

18 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

carballo | Puntual, a eso de las 00.25 de la noche, arrancó el guitarreo sinfónico de los Celtas Cortos, que mantuvo en vilo a las miles de personas que abarrotaban la plaza del Concello de Cee hasta las dos y cuarto de la mañana, momento en el que Cifu y su banda desenchufaron definitivamente los equipos. La gente cantó, bailó y, sobre todo, disfrutó hasta la saciedad con la excelencia instrumental de los vallisoletanos, que no escatimaron ni energías ni repertorio. Tocaron un veintena de canciones llenas de matices roqueros, poperos y con numerosos guiños hacia los sonidos celtas.

Para empezar a calentar el ambiente, un tema instrumental en el que salieron a relucir el acordeón de Jorge Arribas y el violín de Alberto García, dos músicos extraordinarios que se mantuvieron a gran altura durante todo el concierto. La cosa continuó tranquilita hasta que el mano a mano de guitarras entre José Sendino -uno de los mejores zurdos del panorama actual- y Cifu desató las ganas de fiesta del respetable. Siguieron con la canción Escaparate y la clásica dedicatoria a La Pantoja que, con la complicidad del público, puso un toque de humor a la velada. Luego otro par de canciones sin demasiada historia, hasta que la gaiteiro irlandés de Bueu, Antón Dávila, irrumpió con todo su fuerza para protagonizar los momentos más celtas y llevarse los aplausos más sonados gracias a los sonidos con tintes folclóricos que le arrancó a sus flautas.

Tranquilo Majete marcó un antes y un después en el espectáculo. A partir de ese momento, la mitad de la plaza empezó a cantar y saltar conectando de lleno con el mensaje de los Celtas. Para tranquilizar los ánimos, cambio de guitarras y Pajarico, un tema con sabor habanero, en el que Diego Martín dejó descansar la batería y le cedió el protagonismo al acordeón, al violín y al cajón de Goyo Yeves. Luego 20 de abril, una balada, otra instrumental y el final más roquero con Cuéntame un cuento. Las luces se apagaron y la música dejó de sonar hasta que Dávila apareció caminando a oscuras desde el fondo del escenario interpretando la Rianxeira. Rápidamente se le unieron todos sus compañeros y también el público. Haz turismo de regalo y No nos podrán parar el clásico final. A continuación empezó a sonar un tema de discoteca y los músicos se unieron al público en un baile frenético que dio por terminado el espectáculo.