Un larachés y un carballés militan en la división de honor helvética
11 feb 2009 . Actualizado a las 20:24 h.Desde siempre, el fútbol gallego ha brillado, a su modo, en Suiza. Sobre todo, el de la Costa da Morte. Numerosos equipos, especialmente en los ochenta y los noventa (ya menos) bullían por una buena parte de los 23 cantones de la Confederación Helvética, en el rango de aficionados o divisiones modestas. Los emigrantes, muchos ya retornados, aún recordarán al Galicia B de Berna, el segundo equipo que salió del centro gallego (por cierto, presidido largo tiempo por un carballés). Al Ibérica, el helvético, el Atees, en la misma capital. O al Irmandade Galega, el Cerceda y el Tordoya (sí, con y griega), todos en Ginebra. Y muchos más.
El caso del Cerceda era especialmente particular, ya que, en torno a él, se constituyó una especie de centro gallego, que acabaría cerrando, pero que se recuperó, más como entidad que como club, y con todas las bendiciones municipales, hace justamente un año. De cualquier modo: en todos estos conjuntos había jugadores procedentes de la comarca, ya emigrados con sus padres, o ya nacidos como fruto pleno de la segunda generación.
Algunos han triunfado. El caso más conocido y mediático, por su participación en la selección suiza, es el de Cabanas, pero no es único. La Costa da Morte aporta, al menos, dos de los que juegan en Primera División.
Uno es Gerardo Seoane Castro. Oriundo de A Brea (Carballo), tiene 30 años, cumplidos en octubre, y un largo currículo deportivo tras de sí. Empezó a jugar en el Lucena, precisamente la ciudad en la que nació.
Pasó más tarde por el Deportivo, pero sin mucha suerte (jugó en el filial, aunque iba para el primero) y regresó a su tierra. Primero, al Aarau, después al Grasshopper, donde estuvo tres temporadas, y desde el 2006, de nuevo en el Lucerna, donde es toda una institución. Y eso que la vuelta la cogió con una lesión, ya superada. «Aquí acabaré mi carrera como futbolista, a los 34 o 35 años, y después seguiré trabajado en el club», explicaba ayer el jugador desde Suiza.
En su equipo, Seoane es el veterano, el que enseña y aconseja a los más jóvenes. Y el capitán, que no es poca cosa. «Me toca tirar del carro de los jóvenes», señalaba con buen humor, un castellano correctísimo y un gallego que entiende sin problemas. «E tamén o falo», añade, aunque no extiende mucho más. Su vida está en Suiza, el retorno no pasa por sus planes, y parece que el de sus padres y hermana, tampoco. «Ha regresado muchísima gente, lo vemos desde hace tiempo. No es algo que haya ocurrido de un día para otro. Muchos emigrantes cogieron la parte que le tocaba del segundo pilar de las pensiones y decidieron regresar. Aquí se ha notado muchísimo», resume con concisión.
Gerardo también habla de la marcha de su equipo. «Empezamos bastante mal, cambiamos de entrenador dos veces, pero ahora la cosa va bien, de los últimos cinco partidos, hemos ganado tres». Y en cuanto a su tierra de origen, mantiene un contacto constante. Aquí tiene a sus abuelos, tíos, primos, y viaja con cierta regularidad.
La otra gran estrella de la comarca en la Primera División de Suiza es Carlos Varela, larachés por parte de padre, aunque con orígenes en Cambre. Nacido en Ginebra, Juega en el Young Boys de Berna. Tiene 31 años, así que es otro de los veteranos. Entre otros títulos, tiene una Super Liga y una Copa Suiza.
El conjunto va tercero. «eso no es nada -explicaba ayer-. El año pasado estuvimos a punto de ganar la Liga, pero la perdimos en el último minuto, pura mala suerte». Su vida ha estado ligada al balompié profesional casi desde niño. A los 13 lo cogieron en el Servette y a los 17 ya era todo un profesional. El Basel o el Aarau han sido algunos de sus equipos.
Carlos dice que no descarta establecerse, a medio o largo plazo, en Galicia. Hace un mes se casó con una gallega, hija como él de la emigración, y la opción de volver siempre está ahí. A Carlos, por cierto, le gustaría jugar en la selección gallega. Aún está a tiempo de que lo llamen.