Simón Tomé Santos, el inventor de los coches de alquiler

Alejandro Lamas Costa

CARBALLO

Un corcubionés fue el responsable de la revolución de los transportes en Madrid, pero un error y el injusto olvido lo han privado del reconocimiento que merece

20 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Un error publicado en la revista La Ilustración Española y Americana en su número de 4 de febrero de 1876, atribuye a un tal Simón González la invención de los simones , los primeros coches de alquiler que circularon en el mundo. Basándose en este dato, son muchos los historiadores que, dando por buena la fuente, incurren en esta inexactitud.

Simón Tomé Santos nació en Corcubión a principios del siglo XVIII. Siendo aún mozo, sin formación académica conocida, se marchó a Madrid en busca mejor fortuna. Allí se dedicó a los más diversos oficios, pero su espíritu emprendedor le llevó a intuir que para sustituir a los carros, carísimas carrozas, pesadas galeras, o literas de mano que circulaban por la ciudad desde tiempos de Felipe II, convenía dotar a Madrid de modernos coches de alquiler que facilitaran y agilizaran el transporte de las personas.

Para ello inventó un tipo de coche con tiro de caballos o mulas, muy cómodo y ágil. Por casualidades de la vida, este coche prestó (según Ángel Fernández de los Ríos) «grandes servicios a Fernando VI en las jornadas de los Reales Sitios», y por este motivo consiguió poco después, del todopoderoso marqués de la Ensenada, una licencia para coches de alquiler con puntos fijos de parada, horarios en función de la época del año y uniforme para los cocheros.

Simón Tomé se puso manos a la obra y enseguida fundó una fábrica con sus correspondientes cocheras, que ubicó en el actual barrio del Pilar de Madrid. Al ponerlos en circulación, dotó a la Villa y Corte de los primeros vehículos de punto. El nuevo coche se popularizó tanto entre la población madrileña que cualquier nuevo carruaje de alquiler se le llamó simón . Y así siguió llamándosele a los primeros automóviles de alquiler hasta el primer tercio del siglo XX en el que, con la implantación de los taxímetros, se pasó a llamarles taxi.

Una gran fortuna

Inteligente, voluntarioso y trabajador, Simón Tomé Santos pronto logró amasar una gran fortuna. No tuvo descendencia de su matrimonio con María Ángeles Gómez Turégano.

A lo largo de su dilatada vida destinó parte de sus ganancias a atender a los necesitados de Corcubión y de Madrid.

De tal forma que, pensando en los indigentes madrileños acogidos en centros benéficos, legó rentas de sus propiedades a los hospitales madrileños General y Pasión, y para Corcubión, dada la carencia en la época de centros culturales, dispuso que se crearan escuelas de primeras letras y cátedras de latín y retórica.

Sorprende leer de su testamento de julio de 1787, que dicta al escribano de la corte, José González de Castro, y del codicilo de 24 de mayo de 1796 ante el escribano Alfonso García Jiménez, las disposiciones para la Fundación Simón Tomé Santos en beneficio de la creación en Corcubión de las escuelas antes citadas, así como la de vestir anualmente a nueve niños y nueve niñas.

Para sostenimiento de esta fundación señala las rentas de los edificios de viviendas de su propiedad, sitas en Madrid, con los números 3, 4, 5, 6, 7, 8, 10, 11, 12, 13, 15, y 19, de la manzana 53, calles de Lavapiés y de la Comadre, y otra casa sin número en la misma calle, así como 52.612 reales y 4 maravedíes. Para los hospitales madrileños antes mencionados, dejaba 30.000 reales, además de sus casas de las calles Embajadores y Peña de Francia, y su fábrica de coches y cocheras.

Falleció este ilustre gallego, verdadero filántropo (como otros que ha habido en Corcubión, en Cee y en otras localidades de la zona), el 13 de noviembre de 1796, siendo enterrado en la parroquia madrileña de San Justo. Su esposa, como usufructuaria, se hizo cargo de sus disposiciones testamentarias en escritura de 31 de diciembre de 1796 ante el escribano Alfonso García.