Esta semana no concluirá el culebrón de la fusión de las cajas. Al menos eso parece, porque se necesita un acuerdo unánime y firme.
Mientras tanto, las posturas de las dos cajas no se han acercado ni un ápice desde el viernes pasado. Julio Fernández Gayoso sigue exigiendo permanecer en su cargo una década -ayer mismo reconoció por escrito que Caixanova pide cinco años de período transitorio- y quiere la mayoría en los órganos de gobierno, con lo que descarta una fusión equilibrada y paritaria. Ambas exigencias son inaceptables para los negociadores de Caixa Galicia, que reiteró su posicionamiento.
Ayer la mayoría de los agentes sociales se reafirmaron en uno de los asuntos que serán trascendentales para la historia de Galicia. Entienden que la gran caja no puede nacer siendo el fruto de los personalismos, egocentrismos y mezquindades, y debe ser aceptada por los del norte y los del sur, los del este y del oeste. De ahí la importancia de la renovación. Ni diez años ni diez minutos. Una verdadera fusión requiere aire renovado, y ganas de trabajar por Galicia. No en su contra.