Recuerdo, en los años álgidos de la emigración en Canarias, que muchos emigrantes de la Costa da Morte (como es sabido, se fueron cientos, tal vez miles), algunas regresaban a propósito para dar a luz en el hospital de Cee. Estaban lejos, pero querían que sus hijos viesen la primera luz en la tierra de los padres.
Pasa algo parecido con los matrimonios, aunque ya se sabe que generalizar es peligroso porque en seguida aparecen tres excepciones. Da igual que lleves 20 o 30 años fuera: el amor a tu lugar de origen es proporcional al de la pareja, así que toca hacer las maletas para cruzarse el anillo y prometerse de todo.
Eso es lo que hicieron hace unos días Jenny Blanco Castro, de 26 años, que lleva 25 en Suiza, y Rodrigo Méndez, de 27, y 12 ya en la nación helvética. De las fotos, incluida la que los trae aquí, se encargó Xesús Búa: observen la bella composición plástica del velo cubriendo el no menos bello faro de cabo Vilán. Obra del fotógrafo, pero también del viento, que ese día soplaba con intención. La imagen me recuerda el Against the wind, de Bob Seger, una canción que anima a seguir adelante.
Jenny es la hija de Luis Blanco, el presidente de la Asociación de Trabajadores Españoles en Suiza (ATEES), con sede en Delémont, donde residen unas cien familias de Camariñas.