Unos 260 niños de la zona acuden a esta propuesta que, desde Ponteceso, los sumerge en la vida rural
23 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Sabela Nogueira, de 12 años, lleva asistiendo a la Escola de Verán de O Couto, en Ponteceso, desde que tenía 3. «Virei á Escoliña ata os 17 e, cando xa non poida vir de alumna, fareime monitora para seguir participando!», asegura. Como ella, decenas de jóvenes de la comarca llevan desde muy niños formando parte de la gran familia que creó la Fundación Eduardo Pondal hace ya 40 años en esta aldea.
Acuden esta edición, en marcha desde el 2 de agosto, unos 260 pequeños de la zona: Carballo, Corme, Cabana, Pazos... Aunque el proyecto se haya diversificado para acoger a más alumnos cada año, la esencia de esta Escola de Verán sigue siendo la misma. «A diferenza doutros campamentos nas cidades, nós ofrecemos algo máis interactivo. Todo O Couto está aberto aos nenos», afirma Nerea Ramos, pedagoga y también una de las monitoras.
El objetivo principal del campamento se centra en sumergir a los niños y niñas en un ambiente rural, donde por supuesto predomina el idioma gallego. Las distintas clases varían sus actividades durante el día: costura, plantación en huertos, gimnasia rítmica, baile, cocina... Y para los más mayores, hasta un taller de cine dirigido por el realizador Omar Rabuñal. «Todos os nenos son moi creativos, están facendo unha curtametraxe de terror utilizando a aldea para representar a historia», destacaba ayer Rabuñal. Y es que uno de los detalles más innovadores de la Escola es la interacción entre los vecinos y el alumnado. Muchas viviendas, o eiras, se utilizan como aulas y se realizan rutas que incluyen visita a los animales de los prados cercanos. Así, la Escola promueve el acercamiento a la naturaleza y minimiza el uso de pantallas. «Ao final os nenos gozan moito máis con cousas tan simples coma plantar un repolo ou darlle de comer aos peixes», declara también Nerea Ramos.
Además de los 30 monitores que dirigen las clases, diversos voluntarios, también sénior, ayudan al equipo con tareas esenciales para que el día a día fluya sin problemas. Parar el tráfico en horas puntas, para apoyar a las monitoras en momentos específicos e incluso ofrecer clases de costura. «A axuda dos voluntarios é imprescindible», confirma Xosé María Varela, director de la Escola de Verán. Este año se incorporó un nuevo puesto en la plantilla, en tanto que Nerea, en su faceta de pedagoga, sirve de apoyo para los niños y niñas con necesidades educativas especiales: «Non están apartados dos seus grupos correspondentes, queremos que estean incluídos e se xorde algún problema axudámolos de forma persoal para que poidan seguir desfrutando». Después de un mes cargado de diversión, la Escola despedirá su 40.ª edición con una pre-clausura este próximo viernes, aunque el cierre será el 2 de septiembre. En el festival participarán alumnos, padres, monitores y voluntarios, reforzando así este ambiente hogareño. «A maioría coñecémonos de toda a vida grazas á Escola, somos unha familia», asegura Ramos.
Jorge Mira: «Para ser tan novos, sorprendeume a iniciativa»
Después de varios años participando en las Aulas Científicas Isidro Parga Pondal, fomentadas por la Fundación Eduardo Pondal, Esther Suárez y Diego Castro han conseguido una gran meta: representar a España en la gala internacional del Premio Nobel Juvenil del Agua, en Suecia. Para Esther y Diego, esta es la primera vez que viajarán tan lejos. Será a finales de mes. «Imos tranquilos, pero con moita ilusión», afirma Suárez. Ambos presentaron ayer su proyecto ganador Nunca choveu que non escampara ante los alumnos y el físico baiés Jorge Mira. «Para ser tan novos sorprendeume a iniciativa, é moi interesante e toca distintas disciplinas», aseguró Mira. El científico también declara que estas aulas ofrecen un «contexto máis flexible» para los alumnos, lo que fomenta su creatividad.