La vieja actividad minera se limita ahora en la Costa da Morte a menos de 10 explotaciones

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

La cantera de Cances, entre Carballo y Malpica, tiene mucha actividad.
La cantera de Cances, entre Carballo y Malpica, tiene mucha actividad. BASILIO BELLO

En la comarca destacan tres canteras y otras tantas minas de caolín y arcilla

21 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La actividad minera en la Costa da Morte hizo grandes fortunas y dio mucho trabajo, pero también provocó enormes heridas que en buena parte de los casos se han ido paliando con soluciones como lagos artificiales o incluso zonas ajardinadas. De toda aquella fiebre por metales y minerales quedan menos de diez explotaciones cuyos resultados económicos son buenos y siguen generando numerosos empleos.

Las canteras de López Cao en Cances (entre Carballo y Malpica) y Ponteceso despliegan una gran actividad. Ambas son de granito, una blanco y la otra gris, y la demanda ha hecho que la empresa haya solicitado permiso para ampliar las instalaciones de la planta de prefabricados que tiene en Buño y que había pertenecido a Forjados El Progreso.

También hay actividad extractora de granito en Soandres, en Canteras El Pozo, cerca del límite entre el municipio de A Laracha y Cerceda, pero hubo muchas más, algunas tan polémicas como la de Os Penedos de Pasarela y Traba o la de Caxadas que se usó para la construcción del muelle de Brens. Fuera de la comarca destaca, en Arteixo, la histórica Lista Granit, que siempre ha pertenecido a carballeses y que puede crecer hasta los 720.000 metros cuadrados.

En materia de minas, con los años la actividad ha bajado incluso más. Solo siguen las de Caolines de Vimianzo, que factura casi 4,2, millones y da 35 empleos, y las de arcilla de Buño y Lendo, que son explotadas por Cerámica Campo, otra de las grandes empresas de la Costa da Morte.

En detalle

Muchas de las minas y canteras que han terminado parando fueron muy conflictivas.

minas

Corcoesto. Desde los romanos hubo interés por el oro de la parroquia cabanesa. A lo largo de la historia hubo intentos de explotación y el último fue especialmente conflictivo. La multinacional canadiense Edgewater quiso explotarla entre el 2013 y el 2016.

JOSE MANUEL CASAL

Santa Lucía. La mina de cuarzo de Carballo, en la zona de A Brea es un terreno privado regenerado, una especie de museo al aire libre.

As Encrobas. La extracción de lignito pardo que hizo desaparecer un núcleo entero es ahora un lago artificial en el que abunda la pesca y que puede acabar abasteciendo de agua A Coruña.

Laxe. Kaolines de Lage debe su fama a los Parga Pondal. Ahora quieren urbanizar los terrenos frente a la playa.

canteras

Nantón. Se ha convertido en una laguna con el paso del tiempo.

Os Penedos. Los afloramientos rocosos entre Pasarela (Vimianzo) y Traba (Laxe) fueron explotados ilegalmente en una zona, y la obra fue parada. Pero las peticiones continuaban. El área está en trámites para obtener la máxima protección.

Monte Neme. Primero fue, desde 1915, mina de wolframio y estaño y a partir de los años 80 cantera de áridos para la construcción abandonada en el 2011. Su lago azul turquesa se hizo famoso. Hubo una riada en el 2014 al romperse una balsa.

«Canalizaron a auga da famosa braña de Alcaián para poder sacar mellor o titanio»

Muy pocos testimonios directos quedan de la febril actividad minera que en la zona se desencadenó en la época de la Segunda Guerra Mundial. Uno de ellos es Jaime Antelo Pena, nacido en 1930 y vecino del lugar de Arixón, en Seavia, Coristanco. Recuerda la mina de Varilongo, en Santa Comba, una de las más famosas de la zona, o Anxeriz, pero sobre todo la empresa Minsa abrió en la parroquia de Seavia porque la tenía al lado de su casa. Se trataba de una explotación relativamente pequeña, en la que trabajaban una docena de personas que extraían el material para el titanio para la compañía, pero también los había que simplemente iban por libre.

No recuerda que hubiera conflictos o problemas con la Guardia Civil, lo que ocurría bastante a menudo en Varilongo. La actividad extractiva, aunque no fue especialmente llamativa sí tuvo unas consecuencias que han llegado hasta hoy y que, en su momento, se encargó de agudizar Patrimonio Forestal. «Canalizaron a auga da famosa braña de Alcaián para poder sacar mellor o titanio», recuerda Jaime Antelo. Fue una obra de ingeniería bastante llamativa de la que ha quedado testimonio gráfico gracias a las imágenes tomadas desde el vuelo americano de 1956.

Pasto

Recuerda que antes la zona era un espacio en el que pastaba el ganado en verano. Él siempre trabajó el campo, pero hasta 1966 no tuvo su primer tractor, por lo que tenía que contentarse con el arado de hierro y los bueyes, aunque en la zona eran más expeditivos. Normalmente hacían rozas y quemaban los rastrojos para que la tierra se volviera cultivable. De hecho, recuerda que todos los años ardía la Braña Rubia.

Señala que con la mina «houbo quen se fixo rico», pero también el que perdió mucho dinero porque no fue capaz de retirarse a tiempo. La Guardia Civil acudía todas las semanas a controlar la actividad, pero destaca que nada similar a lo que ocurría en Varilongo.

Las zanjas abiertas servían para lavar el mineral y pronto usaron maquinaria. Cuando se introdujeron los motores para facilitar las labores la actividad ya se había reducido mucho. Había, explica pozos, algunos de ellos muy famosos como Os sete adivales y Os parrulos, y en ocasiones el ganado se quedaba atrapado en el fango y había que rescatarlo.

La actividad minera, explica Jaime Antelo, no fue la única que dañó el entorno. Patrimonio Forestal intervino. El Ayuntamiento se hizo con terrenos que eran privados en 1960 y el Estado terminó plantando pinos allí, aunque muy pocos lograron salir adelante. Para compensar a los ganaderos de la zona acabaron poniendo praderas en lo que había sido monte. Algunos propietarios que tenían muy clara la documentación lograron recuperar sus tierras litigando, pero el Concello sigue teniendo propiedades.