Nació en A Ponte do Porto en el 1951, trabajó en un aserradero y emigró a Londres y Berna. Estuvo en el extranjero 35 años. Regresó en el 2001 y estuvo empleado en el Concello hasta ahora, que se jubiló. Dice sentirse agradecido por el cariño que le dispensan sus vecinos y amigos y le gustaría que le recordasen «por ser unha boa persoa»
20 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando alguien dedica 40 años de su vida a trabajar para llevar un sueldo digno a su casa, bien merece un descanso. Un retiro dorado. Disfrutar de aquello que no pudo hacer durante su etapa laboral y también dedicar más tiempo a los suyos. Pero Manuel Gómez Figueiras, Manolo, (A Ponte do Porto, 1951) tiene claro su futuro ahora que acaba de obtener una más que merecida jubilación: seguir vinculado a su pueblo, a sus costumbres, a sus amigos y a su familia, sobre todo a su mujer, María Dolores. De hecho, reconoce abiertamente que su vida «non cambiou, porque seguirei como ata o de agora».
Manuel Gómez nació en A Ponte do Porto. Realiza esta pequeña puntualización dada la rivalidad latente entre Camariñas y A Ponte: «Aínda queda algo daquelo». Empezó su vida laboral en un aserradero con apenas 18 años, pero como otros muchos gallegos, optó por la emigración para ganarse la vida. Se marchó a Londres, donde residió durante ocho años. Mantiene intacta su perfecta pronunciación de la lengua de Shakespeare, cuando nombra el centro hospitalario y los grandes almacenes en los que trabajó. «Non se me dá mal o inglés, aínda lle dou ben», comenta en tono jocoso. Después de estar en Inglaterra, regresó a Camariñas, pero solo permaneció un año: «Estiven no paro en todo ese tempo e decidín marchar de novo».
Cambió de país. Se marchó a Suiza, donde trabajó en la construcción 27 años. En el 2001 llegó el momento de echar raíces de forma definitiva en su tierra camariñana. Los primeros meses fueron duros: «Non atopaba nada, ata que entrei a traballar no Concello». Su vida había cambiado. Y creyó que era el momento oportuno de ofrecerse a los demás a través de Protección Civil: «Sempre me gustou axudar aos demais, non é algo de agora, é de sempre». Después de 15 años de empleado municipal le ha tocado pasar a mejor vida: ser pensionista. Pero advierte de que no va a cambiar un ápice sus costumbres: «Agora teño máis vacacións, pero pasareinas coa muller e a familia como fixen sempre». Tendrá más tiempo para dedicarse a una de sus grandes pasiones: «Pescar luras. Encántame ir ata o peirao». También verá más fútbol. Sus colores son el blanco y el azul del Deportivo. Aunque no hay gol que le satisfaga más que un buen plato de comida. Sobre todo, si hay vieiras de por medio: «Son a miña perdición», reconoció Manuel Gómez.
Lo que no va abandonar bajo ningún concepto es su puesto de responsable de la agrupación de voluntarios de Protección Civil de Camariñas: «Iso non o deixo». Su argumento es claro: «Sigo porque me gusta axudar á xente». De hecho, mantiene sus horarios como hasta ahora: «Érgome sempre entre as sete e sete e media da mañá, nunca máis tarde. Tomo un café con leite e vou para a base. Alí reviso papeis, se os hai, e estou pendente das emerxencias que poidan xurdir». Regresa a casa para comer sobre la una o una y media de la tarde: «O horario de xantar herdeino de cando estiven en Inglaterra e non o cambiei». Después regresa a la base de Protección Civil. Está entre las cuatro y las seis de la tarde. A continuación se marcha para casa. Eso sí, con el teléfono móvil operativo «as 24 horas». En estos 15 años, Manuel Gómez vivió todo tipo de experiencias. La peor de todas, sin duda, el rescate de un pescador deportivo fallecido en Reira, con el que le unía una gran amistad: «Foi moi duro ter que sacalo da auga». Las mejores vivencias están con sus compañeros de Protección Civil cuando se celebran las Festas do Carme.