Crónica de la historia de un coristanqués que «quería ir de rico» y acabó en un albergue
31 ene 2015 . Actualizado a las 22:58 h.No le valían las pensiones. Quería hoteles de tres estrellas para arriba porque le gustaba el lujo aunque parece que no podía permitírselo. Su aventura de camas blandas, edredones de plumas y desayunos de nivel duró tres semanas. Todo lo bueno tiene un final sobre todo si se basa en un engaño. Y la caída de un hombre de 32 años, natural de Coristanco, fue espectacular. De hoteles de cuatro estrellas pasó al albergue de indigentes y de allí al duro banco del calabozo de la comisaría de policía. Está acusado de estafa. Vivió a cuerpo de rey sin pagar ni un céntimo durante tres semanas. Finalmente lo descubrieron.
«Jamás suponíamos que nos iba a dar el palo. Se presentó vestido elegantemente diciendo que quería habitación para un par de noches y se la dimos. Explicó que estaba pendiente de que una empresa de mensajeros le llevase una maleta», comentó ayer el conserje de un hotel estafado. «No es nada extraño que los clientes lleguen sin maleta, bien porque se les extravió en el aeropuerto o porque para no cargar con ella encargan su transporte a una empresa de mensajería. Por eso no sospechamos de ese cliente. Pero ocurrió que al tercer día seguíamos sin saber nada de su maleta y, además, no podíamos mantenerle en la habitación porque no tenía reserva y teníamos lleno. Pidió la factura por la mañana. Dijo que iba a desayunar y que la pagaría luego y ya no volvió», indicaron en uno de los hoteles perjudicados.
Se da la circunstancia de que era cliente de ese establecimiento. Se había hospedado en una de sus habitaciones hacía un par de años. Esta vez lo hizo en solitario pero la anterior estaba en compañía de una mujer.
El presunto estafador, que quedó en libertad, tras prestar declaración ante la jueza de guardia, desayunaba gratis y apenas se movía luego de la habitación. Salía en algún momento para el almuerzo y luego volvía. Lo que hacía todo el día en su cuarto es toda una incógnita porque no hay constancia de que entre sus pertenencias tuviese algún aparato electrónico que no fuese el teléfono móvil.
«Era uno de los clientes que aparentaba una gran formalidad», indicaron en otro de los establecimientos perjudicados. La policía estaba siguiéndole la pista, de hecho llamó a uno de los hoteles para advertir de que si aparecía deberían llamar al 091 para actuar de inmediato. Por el establecimiento ya había pasado.
«Desde luego, no tenía pinta de haber tenido un accidente en cualquier terraplén, ni de haberse empapado haciendo el camino de Santiago. Todo lo contrario. Vestía de punta en blanco», expresó.
La primera denuncia ante la policía la presentó la propietaria de un hotel de cuatro estrellas en el que el huésped trató de pagar con una tarjeta de crédito que no tenía fondos y había sido anulada hacía varios meses. Los investigadores comprobaron que también fue a varios restaurantes del centro en los que comió sin pagar ni un centavo.
En su descargo dijo en la comisaría a los policías que le tomaron declaración que no tenía intención alguna de no pagar. Todo lo contrario. Estaba esperando una ayuda social con la que pretendía sufragar sus lujos. De momento, parece que esa ayuda no llegó y los lujos se terminaron, al menos en los hoteles de Lugo que ya extreman las precauciones para evitar los impagos de estafadores. Los hosteleros afectados ya formularon las denuncias correspondientes ante la policía.
«No son frecuentes las estafas, afortunadamente. Hay clientes que tienen problemas con la tarjetas, pero tratan de buscar soluciones. No escapan como sucedía con este», dijo un hostelero.