Lleva poco más de una semana en Bergantiños y se está aclimatando. Silvio Akpone está contento con los feligreses y con la zona. Prepara su doctorado en Derecho Canónico
07 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Silvio Akpone (43 años) es el nuevo párroco de Castro, Cereo, Verdes, Valenza, San Paio y San Xusto, en Coristanco, además de Corcoesto, en Cabana. Siete parroquias que antes regía Leonel Guauque, y que ahora están en manos de este cura natural de la República de Benín, un país de 112.000 kilómetros cuadrados (algo más de la quinta parte de España) y 10,6 millones de habitantes (más o menos como Portugal), rodeado por Togo, Nigeria, Burkina Faso y Níger, con la frontera sur en el Atlántico. En Benín estuvo prácticamente toda su vida, hasta que fue enviado a España. Allí se fue ordenado sacerdote y estuvo a cargo de cuatro parroquias.
El 28 del mes pasado conoció sus nuevos destinos. Con base en Valenza, poco a poco se va aclimatando y conociendo su nuevo destino. Ayer estuvo en Carballo y compartió sus primeras impresiones. Es el segundo africano con parroquias fijas en la comarca, tras Desire Kouakou Tanoh, muy asentado ya, que llegó hace doce años, tras llegar de Costa de Marfil.
-¿Echa de menos su país? ¿Cómo es la vida allí?
-No lo echo de menos, estoy muy bien aquí. En Benín hay más pobreza que en España, sobre todo en los barrios, y en el campo. En las ciudades, menos. Pero donde peor están no hay escuelas, ni luz. Diría que en torno al 35 % de la población no tienen esos servicios básicos. El Gobierno está luchando mucho para combatir eso. Yo he estado de párroco en sitios donde hay casas en el agua, en el centro de un lago, al lado de la capital. Estuve diez años de sacerdote en mi país.
-¿Y cómo acabó en España?
-Mi obispo me envió a estudiar Derecho Canónico a la Universidad de Navarra. Fue hace cuatro años, Ahora estoy con el doctorado. Además, en las vacaciones, en estos cuatro años, he hecho algunas sustituciones de sacerdotes, en Andalucía y en Galicia.
-¿Cuándo conoció Galicia?
-En el verano del 2015, cuando me enviaron a Moaña. Y desde entonces, poco a poco. Más tarde, mi obispo le preguntó al del Santiago, Julián Barrio, si podría acogerme en su diócesis. Y fue cuando me comunicaron que mi destino estaba en Coristanco y Cabana.
-¿Qué tal se encuentra?
-Muy bien, con mucho trabajo. Muy bien con la gente, con los feligreses, que me han acogido con mucho cariño. Me siento acogido. Y estoy aprendiendo gallego. Me gustaría predicar en gallego, y espero hacerlo. En cuanto a la zona, es muy tranquila, con gente sencilla y buena. Todas las iglesias que tengo son buenas. Ahora hay que concentrarse en ellas y rezar.
-¿Y cómo hace con las misas? Son muchas iglesias, así de repente.
-Poco a poco, nos vamos organizando. En algunos sitios es a las cinco de la tarde. Vamos repartiendo. Además, los fines de semana formo parte de un grupo, una tabla, con otros sacerdotes de la zona, para llevar una zona amplia. Los sábados y los domingos es cuando más lugares visitamos.
-Ya que cita a los compañeros, ¿qué tal con ellos?
-Muy bien, me han arropado todos de maravilla.
-¿Y le gusta Bergantiños, más allá de los lugares que le corresponden?
-Es muy bonita, lo que he conocido me parece muy interesante. Un paisaje muy diferente al de mi país.
-Habrá visto ya el mar...
-Pues no, es algo que tengo pendiente.