«A el todo lle vale, sexa comida, bolsas... todo o amoreaba na casa»

Juan Ventura Lado Alvela
J. v. lado CEE / LA VOZ

DUMBRÍA

ANA GARCÍA

Habla la hermana de un vecino de Dumbría rescatado de las toneladas de basura entre las que vivía

21 nov 2018 . Actualizado a las 11:01 h.

Las imágenes difundidas ayer por la Guardia Civil de Camariñas del rescate realizado el sábado en una desvencijada vivienda de la aldea de Olveiroa, en el municipio coruñés de Dumbría, ponen los pelos de punta por la insalubridad que muestran. Pero, sobre todo, cuentan la historia de una degeneración personal que en poco tiempo ha llevado a un hombre, con bastante buen porte y siempre aseado aunque en su casa no hubiese baño, a encontrarse desnutrido y deshidratado, prácticamente al borde de la muerte, en medio de toneladas de basura.

Ayer por la tarde, a las puertas del domicilio, su hermana María, de 71 años, tres más que él, explicaba que está ingresado en el Hospital Virxe da Xunqueira de Cee, apenas sin habla y muy desmejorado, porque, como detalla la Guardia Civil, lo quitaron de entre la basura con apenas 40 kilos de peso. De hecho, es muy probable que llevase varios días sin beber, porque el agua estaba en la planta baja y el afectado, de 68 años, ni siquiera tenía por donde llegar hasta ella. Los agentes tuvieron que retirar dos contenedores de residuos para entrar en la casa y sacarlo en una silla.

María, que no mantiene una buena relación con su hermano, señala que se percataron de lo sucedido -o más bien de la gravedad que tenía esta vez, porque no es la primera- porque el pan sin recoger se le acumulaba en la puerta y porque no contestaba al teléfono. «Chamábao todos os días e xa non me collía. Viñamos aquí e xa apenas falaba dende arriba. Por iso, o sábado, unha moza que ten aquí un bar, que se leva moi ben con el, subiu, porque non se oía nada e xa pensamos que estaba morto. Fómoslle pedir unha escaleira a un veciño, ela entrou pola ventá, baixou as chaves e despois xa veu a Garda Civil e mais a ambulancia, que chegou antes. E aínda tiveron que quitar dous contedores cheos para poder abrir a porta», relata.

La hermana incide en que el problema de su hermano pequeño viene de varios años atrás y no le ve fácil solución. «Non somos capaces de facer bo del. Nós poderiámolo ter connosco, pero non somos capaces. Virouse ao meu compañeiro: colleu unha cadeira e quíxolle dar con ela. A min ameazoume, que a casa era del, que a leira era del, que era todo del», cuenta María, para quien los problemas vienen sobre todo de la obsesión de él por acaparar enseres y el temor continuo a que todo el mundo le quiere robar sus pertenencias.

«A el todo lle parece que vale, sexa comida, bolsas... todo o amoreaba na casa», describe la hermana, que durante el año y medio que lo tuvo con ella tampoco observó gran mejora. «Non estaba ben tampouco, enchía o cuarto de bolsas, de lixo. Botaba carne, fechaba a porta. Rompeume o marco e púxolle un cadeado... O cuarto téñoo que pintar cando poida porque está toda borrado. Tiña dous fornelos dentro e eu tiña medo de que me prendese o lume na casa», concluye María, una de los dos hermanos vivos -eran cuatro en total- que le quedan al afectado como familia más próxima.

Realidad conocida

Lo sucedido, y la llegada ayer de medios de comunicación a la pequeña aldea de Dumbría, famosa por ser punto final de una etapa del Camino a Fisterra, despertó la atención del vecindario. No porque fuese una situación desconocida para los lugareños, sino por la magnitud, porque tampoco nadie entraba con asiduidad a la casa para hacerse una idea de la cantidad de basura que allí había acumulada.

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