Fernando Insua: «Levo quince operacións en cinco anos e aínda estou cheo de ferros»

DUMBRÍA

Personas con historia | Más de cinco años después, este corcubionés todavía se recupera por un accidente que le tuvo atrapado en su camión de butano durante dos horas
03 mar 2022 . Actualizado a las 23:12 h.Hay Navidades que no se olvidan. Que se lo digan a Fernando Insua Domínguez (Corcubión, 1966) con las del 2016. No por la fiesta que se había pegado con su familia, sino por lo ocurrido aquel lunes 26 de diciembre. Socio de Cepsa desde 1997, esa jornada le tocaba repartir por la ruta de A Picota y Mazaricos. Sobre las 8.00 de la mañana bajaba la cuesta de la AC-552 por Dumbría cuando, en un abrir y cerrar de ojos, todo cambió para siempre. «Non me deu tempo a facer nada, cheguei a pensar que era un avión do rápido que viña e polas luces que traía», recuerda sobre un turismo que, según el atestado, iba a 176 km/h y se terminó incrustando en la parte delantera de su camión de butano.
Al principio pensó que el siniestro no había sido para tanto, aunque era consciente de que el dolor de sus piernas, atrapadas bajo el parachoques, tenía que ver con alguna lesión importante. «O que non sabía era que tiña tremendo destrozo», señala un hombre que tuvo que esperar más de dos horas, totalmente conscinente, para que lo pudiesen excarcelar: «Eu falaba con todo o mundo e recordo a cada un dos que foron pasando por alí». De hecho, estuvo lúcido hasta las 15.00 horas, cuando lo trasladaron de Cee a Coruña por pérdida de sangre. Cuando llegó a la ciudad, solo le quedaba el 10%, lo que le hizo entrar en coma. Más de dos semanas en las que la familia se enteró de que el causante del accidente había dado positivo en alcohol y otras tres sustancias estupefacientes. Los diagnósticos no eran del todo esperanzadores, pero Fernando se despertó. ¡Y de qué manera! Bromeando con que no conocía a su propia hija tras la pregunta de la médica. Una circunstancia que define bien su carácter, que, sin duda fue, junto a sus seres queridos, el arma más fuerte para salir adelante.

Y eso que el proceso no fue sencillo, porque se pasó ocho meses ingresado en el hospital hasta finales de julio, cuando comenzó el proceso de rehabilitación en Oza. «Cando me puxen nas barras paralelas non o cría, porque eu tiña claro que ía quedar en silla de rodas», comenta. El tiempo, además, corría en su contra, ya que su hija mayor preparaba su boda para el 2 de septiembre. Una celebración que estuvo pendiente durante todo el año y que sirvió de inmejorable motivación. «Había que facer a voda como fose, o meu obxectivo era poder acompañala camiñando ao altar. Incluso as modistas viñeron facerme o traxe ao sanitorio marítimo», resalta. Al final lo consiguió y, con dos muletas, recorrió el pasillo de la iglesia de San Marcos junto a ella.
No obstante, aquel día no supuso el final de un largo camino que todavía transita ahora y que le prohibe llevar a cabo acciones como ir a la playa o practicar deporte, de las que disfrutaba antes de aquel fatídico día 26.
«Levo quince operacións en cinco anos e aínda estou cheo de ferros»
Que ahora ya pueda hacer vida, prácticamente, normal, no quita que el sufrimiento haya finalizado. Porque las lesiones fueron tan severas, que todo parece indicar que, tarde o temprano, necesitará prótesis en sus maltrechadas piernas. En el siniestro rompió el sacro, la pelvis, un fémur y todo lo que se encuentra por debajo de ambas rodillas, con mención especial a su pie izquierdo, que quedó totalmente magullado bajo la parte delantera del camión. De hecho, los químicos del metal fueron los causantes de muchos otros estragos posteriores, debido a las infecciones óseas y musculares. «Levo quince operacións e aínda estou cheo de ferros, polo que aínda me quedan varias máis», cuenta Fernando, que aún acudió a consulta el pasado mes de enero, algo más de seis años después de un accidente del que no tiene ni el menor resquemor para hablar.
Minusvalidez completa
«Non me importa recordalo, porque eu ía traballar e nun camión. Pero a desfeita que fixo un que viña de festa podía ser moito peor, porque un 26 de decembro hai moitas familias con nenos indo para A Coruña», señala un hombre que se ha jubilado debido a la minusvalidez completa que, todavía, tuvo que ganar en un juicio. Y eso que su pie tuvo que ser reconstruido con carne de la axila derecha y los dolores son más que recurrentes, pero él ahora es feliz con lo básico. Poder disfrutar de los suyos y de su Corcubión, por el que se pasea cada mañana pese a la dificultad de las muletas. Es su forma de cicatrizar unas heridas que nunca sanarán del todo, aunque más que curarse, en el mes de enero del 2017 lo que hizo fue renacer, como él mismo indica en su perfil de Whatsapp.