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15 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Ameixenda (Cee) es un mundo cargado de sorpresas. Ni siquiera es necesario ver su castillo ni su iglesia para asombrarse de la monumentalidad de sus parajes y las historias de sus rincones. Más 300 personas de toda la Costa da Morte descubrieron ayer muchos secretos con las Andainas Coñece a Costa da Morte. Como la Portela do Caniso, en un camino custodiado por pinos abrazados por hiedras. Recoge Víctor Castiñeira que aquí se escondieron los moros cuando venían de Fisterra huyendo de Santiago Apóstol. La playa de As Leiriñas aparece pronto, escondida. Algunos caminantes, al tiempo que evocaban los baños en su niñez en este arenal, saltaban los cantos rodados hasta O Caniso. El mar está como si lo plancharan. No se puede ver el castillo, cerrado a cal y canto. Sí es libre el alto da Peneda. De frente aparece majestuoso el monte de O Pindo, con una melena de nubes. Alrededor de As Lobeiras hierve el agua. El espectáculo merece que le dediquen un reposo y un tiempo de mirada, pero la comitiva lleva excesiva prisa. Fisterra duerme al oeste. Al andar y girar la cabeza a uno y a otro lado aparecen las múltiples formas graníticas del monte de Caneliñas.

Entre múltiples figuras pétreas y alineaciones de hórreos en Gures
El monte de Caneliñas es como un museo al aire libre. Los bloques graníticos manifiestan figuran antropomórficas y zoomórficas. En la punta Galera yacen los recuerdos de naufragios como el del Frihav, en diciembre de 1998.

La caminata de ayer incluyó una parada ante la vieja ballenera de Caneliñas. Las naves y sus instalaciones portuarias están abandonadas. Desde ahí, los caminantes bajaron por O Sicho a la playa de Gures, apadrinada de frente por la mole de O Pindo, vigilante sereno del entorno. En esta zona acabó su navegación el Great Liverpool en 1848.
En la aldea de Gures, con casas construidas sobre la ladera, hay alineaciones de hasta seis hórreos. La subida al Petón das Cabanas es duro, pero la vista que regala vale el esfuerzo y, sobre todo, el río Fumes do Cal arrojándose monte abajo.