Fisterra revisa su historia y hará memoria del Cason 35 años después

Patricia Blanco
P. Blanco CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

La asociación Rapacollóns programó para el sábado una tertulia: 19.00 horas, bar A Galería. Es parte de su cuarto Outono Cultural

30 nov 2022 . Actualizado a las 22:00 h.

Eran las 07.45 del 5 de diciembre de 1987 cuando la Ayudantía de Marina de Corcubión recibía el SOS de un buque panameño. Horas más tarde, el Cason embarrancaba en O Rostro, iniciándose jornadas que ni en Fisterra ni en la Costa da Morte han podido olvidarse: «Marcou a todo o mundo», reflexiona Gabriel Riveiro, Bebeto, desde la entidad Rapacollóns. Este próximo sábado, a tan solo dos días del 35.º aniversario del suceso, tirarán de memoria, en tanto que la asociación tiene organizado para las 19.00, en el bar A Galería fisterrán, el encuentro tertulia O Casón e outros naufraxios na costa da Fisterra. Es parte del cuarto Outono Cultural de Rapacollóns.

Contarán con la intervención del exalcalde corcubionés Rafael Mouzo, «icono político» y una de las voces más críticas con el «escurantismo» informativo de aquel entonces; José Manuel Traba y Pepe de Olegario, referentes en el estudio y divulgación de naufragios, el primero también tripulante en su día de la lancha Ara Solis; y el exfarero Agapito Mendoza, fisterrán. Todos ellos serán moderados por Xusto López. La idea es que sus aportaciones vayan despertando intervenciones del público, pues lo que se busca con un ambiente más distendido es eso, mayor familiaridad y comodidad para expresarse: «Vimos de facer unha charla no salón de plenos, e tamén está ben, pero isto é un formato distinto, axudados tamén por Roberto Traba [alma de A Galería], que foi o que propuxo tertulia nos bares», abunda Riveiro. Acceso, pues, totalmente libre. Los naufragios más antiguos de Fisterra, los del siglo XX (tan sonados como los del Bonito o el Begoña) y el Cason propiamente dicho constituirán los tres apartados en este encuentro del sábado.

La tripulación del buque, de origen chino, y finalmente con 23 fallecidos y ocho supervivientes, abandonó precipitadamente el navío, y eso empezó a alimentar alarma. La explosión de la carga, productos químicos inflamables, hizo del Cason «una especie de castillo de fuegos artificiales», recogían las crónicas. El ruido, el olor, las afirmaciones que se hacían (hasta una bomba nuclear), la desinformación, el mutismo y los rumores sobre lo que llevaba el barco, con la memoria aún reciente de Chernóbil (1986), no ayudaron. La Comandancia de Marina de A Coruña reconocía el día 7, dos días después del SOS, que el buque transportaba productos tóxicos, aunque negó la radiactividad.

Ello no impidió que, en la noche del 10, vecinos de Cee, Muxía, Corcubión y Fisterra (se llegó a hablar de 15.000 personas) empezasen a abandonar sus casas, echándose a las carreteras. Los mayores daban por hecho que no volverían. La carga explotaba y el pánico cundía. Un éxodo. El regreso empezaría un día después. Treinta y cinco años más tarde, cuando de nuevo se vuelve a hablar de armamento nuclear, quizás en Fisterra se vuelvan a preguntar si, a fecha de hoy, la gestión o la información sería distinta.

El Cason es historia e intrahistoria. El padre de Bebeto, por ejemplo, navegaba en ese momento: se enteró por radio. Bebeto solo tenía cuatro años, los había cumplido en septiembre, pero recuerda bien la marcha: «Miña nai deixou as lentellas a enfriar no balcón», rememora.