La romería de Muxía pierde su esencia sin la Pedra de Abalar, que sigue olvidada
MUXÍA
Fue una fiesta pacífica, aunque no faltaron trifulcas y algunos cortes
10 sep 2023 . Actualizado a las 22:44 h.Una peregrina austríaca de mediana edad llegaba a la zona de A Cruz cuando la procesión ya había llegado a la iglesia con la imagen de la Virxe da Barca. Muxía mantiene su poder de fascinación, pero su romería pierde esencia sin la Pedra de Abalar, que sigue olvidada. Ayer, el monumento lítico solo servía para que los asistentes a las fiestas se pudiesen sentar y contemplar el mar o conversar. Mientras, gentes de todas las edades se probaban la espalda pasando por debajo de la Pedra dos Cadrís.
En la ladera del Corpiño había menos gente que otros años siguiendo la misa principal. No obstante, en la comisión estaban satisfechos con la asistencia de este año. La tormenta del viernes por la noche, que obligó a suspender la verbena, asustó a muchos de los presentes, valoraba ayer el presidente, Ramón Pérez Barrientos, que considera muy buena la asistencia de romeros durante el fin de semana.
A las doce del mediodía de ayer aún caminaba gente hacía Muxía. Dos mujeres de Cee, Esperanza Castro y Ana Vázquez, superaban Moraime a esa hora. Iban a Muxía por tradición y sin motivaciones religiosas. Habían salido a las nueve de la mañana de casa y cuando llegasen a la capital muxiana tenían pensado tomarse un vermú. Juan Quintana y familia llegaban andando desde Salto (Vimianzo). Otros dos romeros descasaban sentados a la entrada de la localidad. Habían salido a las once de la noche del sábado de A Baña.
La afluencia de gente fue incesante y la verbena del sábado estuvo a rebosar. Ayer fue el día grande. Al mediodía había alguna retención automovilística en la entrada, aunque sin grandes agobios. En la playa de A Cruz había gente disfrutando del baño. El mar estaba plano e invitaba a refrescarse en el agua. Las tiendas habilitadas a ambos lados de la explanada marítima exhibían gran variedad de productos. Las terrazas empezaban a ocuparse y en la pulpeira de Alfonso Mambis, de Valga, que lleva 47 años en A Barca, ya había comensales. A las tres de la tarde ya tendría una larga cola de gente deseosa de degustar su pulpo, su carne ao caldeiro, su humeante churrasco y el jamón y pollo picantón. El dueño estaba contento con las ventas de este año: «Máis ou menos coma sempre».
Durante la misa, había fieles que aún hacían cola para recoger recuerdos en el santuario, en el que todavía se muestran evidentes las marcas del incendio de la Navidad del 2013.
Una parte del gentío ya no esperó a la procesión para bajar al puerto y garantizarse un sitio a la sombra de la fábrica de hielo para seguir la atronadora traca. Los 28 miembros de la Banda Militar de la Brilat de Pontevedra sumaron marcialidad al recorrido de la comitiva. Al frente iba el cabo primero Piquer, que ya lleva 15 años viniendo a la Barca. Dicen que Muxía es especial para él, pues ya estuvo limpiando chapapote del Prestige. En el muelle, y ante dos atuneros vascos, el párroco, Manuel Liñeiro, de 94 años, se subió a una silla para, como siempre, dar la bendición con la imagen de la Barca.
Fue una romería pacífica, aunque no faltaron trifulcas entre pandillas, hubo que asistir a jóvenes por intoxicaciones etílicas, cortes, daños en vehículos y un infartado.