«Tengo instrumentos que van desde el siglo III antes de Cristo, hasta el XX»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

Laura Rodríguez

ENTREVISTA | CARLOS BLANCO | Etnomusicólogo con raíces en Ponteceso, le gustaría legar parte de su colección para crear un museo en la tierra de sus ancestros

01 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando era pequeño, por la casa de los abuelos de Carlos Blanco Fadol, en Uruguay, desfilaban los domingos infinidad de gallegos. No los entendía al hablar, pero comprendía lo que sentían. «Yo hablaba gallego en espíritu».

Los abuelos de este etnomusicólogo e investigador uruguayo emigraron al país sudamericano hace más de 100 años, desde Brantuas y Tella (Ponteceso) y para «cerrar el círculo» y homenajear esa «heroica partida» en verano filmó las imágenes de su videoclip «Gallego» por diferentes localizaciones del municipio. Una pieza única, emotiva y que apela a la morriña: «Durante la presentación empezó a haber tantas lágrimas que tuve que cambiar de tema y contar algunas bromas», confiesa.

Su currículo es abrumador, al igual que su apabullante colección de instrumentos étnicos, de más de 4.500 piezas, de las cuales tres cuartas partes están guardadas en almacenes, y el resto, entre dos museos en Murcia y Altea (Alicante), este último, considerado el más importante del mundo en su ámbito e inaugurado por la Unesco en 1999.

Ha pertenecido al grupo Los Valldemossa, con el que Salomé ganó Eurovisión, y ha sido candidato al Premio Nacional de la Música por su Enciclopedia de los Instrumentos Musicales, editada en español e inglés. También ha sido propuesto en dos ocasiones como candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

-Una vez visto el videoclip de su tema «Gallego» son comprensibles las lágrimas del público cuando lo presentó en Brantuas...

-Lo hice como un homenaje a los 100 años desde la partida de mi abuelo a Uruguay. Al final del vídeo, que fue grabado en Ponteceso, aparecen unas imágenes de unos tambores: esa es la metáfora de que ya hemos traspasado fronteras y llegado a Uruguay.

-Le acompaña un gaiteiro.

-Es un gran amigo mío y extraordinaria persona: Luciano Pérez, director del museo de instrumentos musicales de Lugo. Él fue una de las personas que reprodujo los instrumentos del pórtico de la catedral de Santiago y que, conjuntamente conmigo, reprodujimos piezas que fueron diseñadas por Leonardo Da Vinci. Tenemos muchos proyectos conjuntos para Galicia.

Uno de los momentos del videoclip «Gallego»
Uno de los momentos del videoclip «Gallego»

-Hay una gran carga simbólica y un componente antropológico.

-Al inicio se ve a una mujer saludando al mar con un pañuelo: los hombres se marchaban antes que sus mujeres, así que este era una especie de ritual para desearle buena suerte en el viaje. También en el vídeo se ve a la señora darle la vuelta a una teja, y esto es algo que me sorprendió mucho, pues era una especie de simbología mágica para que el viento soplara a favor del barco.

-¿Empleó instrumentos de su propia colección en el tema?

-Todos los que aparecen en el vídeo son los mismos que se utilizaron en la grabación: la flauta ceremonial del viento, de México; el Bodhrán, un tambor irlandés muy emparentado con la música gallega; la gaita; el charango andino; el balafón de Burkina Faso, una especie de xilofón metálico con un sonido extraordinario; los tamboriles del Candombe, de los negros de Uruguay...

He abierto vitrinas del museo [ríe], para acompañar mi voz no solo en este tema, sino en todo el disco Fadol. Seleccioné 38 instrumentos de 25 países de los 5 continentes. Los instrumentos étnicos son salvajes: es como el marisco que se compra en piscifactoría, comparado con el que se coge en medio del océano.

-Cuatro mil instrumentos son muchos instrumentos... Magna colección la suya.

-Tengo piezas de entre el siglo III antes de Cristo, hasta el XX, y que fueron tocados por varias generaciones, lo que garantiza su autenticidad. En un estado de conservación perfecto, pertenecen a más de 150 países de los 5 continentes, por lo que prácticamente todas las culturas del planeta están representadas.

Este museo, el primero del mundo dedicado exclusivamente a los instrumentos musicales étnicos, podría subdividirse por grupos temáticos de los que se podría hacer una exposición aparte, inclusive un museo: el origen de la música, instrumentos del sureste asiático, de África, Europa, Oceanía, América, de Asia, del Mediterráneo, de África Subsahariana, de España y sus regiones, instrumentos de la esclavitud trasatlántica en América, del Islam, del Budismo, infantiles, funerarios, de mendigos del mundo, realizados con huesos humanos, militares, de magia y brujería, instrumentos para enamorar, para inducir el estado de trance...

Y así hasta 43 categorías, incluida la colección más importante que existe de instrumentos gallegos, entre ellos los del Pórtico de la Gloria.

-Qué bonito sería traer parte de su colección, incluso crear un museo, en la tierra de sus antepasados.

-Mis abuelos partieron hacia Uruguay hace más de cien años, por el 1900, en un viaje de ida con la esperanza de encontrar una vida mejor. Un siglo después de la partida de aquellos gallegos humildes y heroicos, volver y dejar en esta tierra una parte de mi legado, sería como cerrar un círculo. Ahora bien, si yo hago algo no lo haré a medias: no haría un «museíto», no escatimaría esfuerzos ni haría algo simplemente para figurar. También debería incluir, además, el espectáculo musical y la didáctica, que ha sido siempre el fundamento de mi trabajo todos estos años. Me gustaría hacer algo de trascendencia internacional; Galicia se lo merece, y la tierra de mis antepasados, también. Sería un sueño si, además de por su pulpo exquisito, a Galicia se la conociera también por tener un museo único en el mundo. El tiempo es la sustancia con la que está hecha la vida, y yo no usaré el mío para ganar dinero, sino estaría dejando de vivir. Lo usaré en dejarle algo a las generaciones venideras, aunque sea un granito de arena. Los instrumentos están desapareciendo de una manera alarmante, y puedo dar un dato: el 70 % de las piezas que conforman mi colección ya no existen.