O ABALADOIRO | En O Couto, Ponteceso, el artista vasco hizo ayer la última parada de este primer viaje fuera del País Vasco después de su ictus
30 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La emoción inundó ayer la casa de los versos. En la sede de la Fundación Eduardo Pondal, llena hasta los topes, recibieron de pie al acordeonista Kepa Junkera, en la última estación de su primer viaje fuera del País Vasco después de sufrir un ictus, en el 2018. Su trikitixa de los días de gloria sonaba a ratos como un rayo eléctrico que inducía a mover los pies de forma involuntaria. En el escenario de la «cultura permanente», como dijo Pepe Formoso, presentador del encuentro-homenaje, intervinieron personas como Matilde Vilariño, que recitó un poema suyo dedicado a Kepa el día que actuó en Dombate, hace cinco años. También Teresa dos Cucos agasajó con una copla al músico vasco, que respondía con gestos de agradecimiento y complacencia. El virtuoso acordeonista borneirán Eloy Mato emuló al maestro de la trikitixa tocando dos de sus piezas más conocidas. Le respondió Junkera con ademanes de admiración. Cuando actuaron las pandereteiras de Inllar, Kepa trataba de dirigir al público para que palmeara creando ambiente de foliada. El músico tenía la idea unir a tocadoras asturianas y gallegas y Formoso hizo votos para llevarla cabo. Un renacer después de un «largo período mudo».