Los científicos confían en que el gran acelerador abrirá nuevas ventanas de conocimiento

Isabel Saco EFE

CIENCIA

El director de aceleradores del Centro Europeo de Física de Partículas (CERN), Frédérick Bordry, y el director general del mismo centro, Rolf Heuer, durante la rueda de prensa.
El director de aceleradores del Centro Europeo de Física de Partículas (CERN), Frédérick Bordry, y el director general del mismo centro, Rolf Heuer, durante la rueda de prensa. MARTIAL TREZZINI | EFE

El Gran Colisionador de Hadrones ha comenzado a funcionar progresivamente y alcanzará su máxima potencia en mayo

12 mar 2015 . Actualizado a las 19:13 h.

El Gran Colisionador de Hadrones (LHC) ha empezado a funcionar nuevamente de manera progresiva y alcanzará su máxima potencia en mayo, con la confianza de la comunidad de físicos de que abrirá nuevas ventanas de conocimiento y dará lugar a descubrimientos que ampliarán las fronteras de la ciencia.

«Esta puede ser una nueva era para la ciencia», afirmó Dave Charton, portavoz del detector ATLAS, uno de los cuatro experimentos que tienen lugar en el acelerador del Centro Europeo de Física de Partículas (CERN). «Hay toda una serie de preguntas a las que trataremos de dar respuesta», señaló en una rueda de prensa para presentar la nueva etapa de funcionamiento del acelerador, que será de tres años, antes de entrar en un nuevo periodo de revisión técnica.

El LHC es la máquina más potente que existe, con imanes conductores que funcionan a modo de pilas, y su energía almacenada equivale a la de un portaaviones desplazándose a 43 kilómetros por hora o a la de un Airbus 380 volando a 700 kilómetros por hora.

El acelerador tiene la forma de un anillo de 27 kilómetros de circunferencia y se encuentra dentro de un túnel localizado a unos 80 metros bajo tierra, en la frontera de Suiza y Francia. Para funcionar requiere estar a una temperatura de 217 grados centígrados bajo cero, más baja que la del espacio, y que se consiguió a finales del año pasado. «Hemos trabajado muy duro para mejorar el detector y hemos demostrado (durante la primera etapa de funcionamiento) que somos capaces de superar las expectativas. Esperamos que podamos sorprender nuevamente», comentó Tiziano Camporesi, portavoz del experimento CMS, otro de los que acoge el acelerador.

El científico se refería así al mayor descubrimiento realizado en los experimentos ATLAS y CMS en 2012: el bosón de Higgs, que venía a confirmar el Modelo Estándar en el que se basa la física de partículas. De ese modo, se comprobó, por primera vez, su existencia de forma experimental y no sólo en la teoría. En los dos últimos años, el acelerador ha sido revisado de manera minuciosa, con cada pieza y conexión que ha pasado por controles para prepararla a soportar la energía que alcanzará, de 13 TeV (teraelectronvoltios), que prácticamente duplica la potencia de la primera etapa.

Ese nivel de energía se alcanzará en mayo, tras un aumento gradual en un procedimiento que ya ha empezado, explicó el director general del CERN, Rolf Heuer. Cuando llegue a los 13 TeV se producirán las colisiones de protones, a una potencia comparable a la que se necesita para fundir una tonelada de acero, explicó a Efe el jefe de Tecnologías del CERN, José Miguel Jiménez. Para ello, las partículas empezaron a ser introducidas este fin de semana en el acelerador y se prevé que empiecen a circular -en direcciones opuestas que luego producirán las colisiones- dentro del anillo dentro de unas dos semanas.

A partir de entonces, los físicos del CERN calibrarán la dirección de los protones, lo que no es posible conseguir únicamente con los procedimientos automáticos de medición y corrección de los que dispone el LHC, según explicó el responsable de Infraestructuras de la organización, Lluis Miralles. Esa calibración es vital en la medida en que, una vez optimizado el procedimiento, los haces de protones darán 11.000 vueltas por segundo a los 27 kilómetros del acelerador.

El nivel de exactitud para que los protones choquen entre sí -y produzcan así los datos que necesitan los físicos- es comparable a tener dos flechas del diámetro de una aguja, disparadas a 47 kilómetros de distancia (una frente a otra) y cuyas puntas se encuentran a mitad de camino. Todo ello para descubrir «otro modelo de física que vaya más allá de lo que se sabe y que no puede explicar lo que vemos», comentó Miralles.