Azucena Mora, experta en seguridad alimentaria: «Al estropajo lo miro con malos ojos»

CIENCIA

PALACIOS

La veterinaria de campus de Lugo, entre las científicas más influyentes de España por el estudio de las bacterias multirresistentes

01 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Azucena Mora (A Coruña, 1970) ha regresado este año a la lista de las científicas más influyentes de España desde su trabajo en el campus de Lugo. Experta en sanidad alimentaria, tiene un discurso pausado que adorna con un tono alegre. Pero el fondo es inquietante.

—Estará contenta con la mención en la lista de las influyentes.

—Para mí es un honor figurar entre nombres importantes que admiro desde hace mucho tiempo, aunque me da algo de pudor. Me cuesta creérmelo, pero es una satisfacción, sobre todo por cómo lo percibe la gente más cercana. Es como una pequeña satisfacción que le das a la gente que te quiere y que no entiende el tiempo que le entregas a esto.

—La verdad es que uno piensa en un veterinario y lo imagina en una granja o en una clínica.

—Yo creo que la pandemia debería haber roto esa imagen. La veterinaria tiene un ámbito de actuación amplísimo. Es la responsable de la inspección de alimentos, por ejemplo. Hay que reivindicar el papel pluridisplinar en la labor del veterinario.

—¡Qué difícil es asentar una carrera de investigador en España!

—Esta es una carrera de fondo, sumamente vocacional. Un científico al que le pregunten por su hobby dirá que la ciencia. Y hay que ser muy vocacional porque en España cuesta mucho estabilizarse. Por la falta de fondos y porque no se apuesta por las personas, que es lo más importante. Con orgullo puedo decir que estabilizarme fue un empeño personal. Muchos, para estar en España, han tenido que renunciar a una carrera fuera mucho mejor pagada.

—Eso no habla muy bien de nuestro país.

—Pero es lo que la gente quiere o, más bien, lo que nos meten. Mire en el telediario cuánto tiempo le dedican a un futbolista y cuánto al éxito de un científico o a un emprendedor que ha conseguido una innovación importante.

—Usted estudia las bacterias multirresistentes y dice que matan más que los accidentes de tráfico.

—Hay un dato más impactante que acaba de salir: las muertes estimadas en 2020 por bacterias resistentes a los antibióticos provocaron tres veces más muertes que el covid. En treinta años podríamos estar en 10 millones de muertes anuales en el mundo por esta causa. Es una pandemia silente.

—Vaya. Si parece que estamos todo el día desinfectando....

—Bueno, algunos. Es verdad que las sociedades desarrolladas desinfectamos mucho pero la resistencia a los antibióticos es un fenómeno natural por el mal uso que se ha hecho de ellos.

—¿Es verdad que hay más bacterias en la cocina que en el inodoro?

—En nuestra casa, todos asumimos que el inodoro es un punto crítico, así que te lavas muy bien las manos, aparte de la desinfección al limpiar. De lo que no nos damos cuenta es de la bomba de relojería que tenemos en la cocina. El estropajo y la bayeta son terribles, así que hay que desinfectarlos con frecuencia. Y hay que tener cuidado con la manipulación de los alimentos.

—¿Qué quiere decir?

—Colocarlos bien en la nevera, no usar por ejemplo el mismo cuchillo con el que se corta la carne para cortar un tomate sin lavarlo antes y cocinarlos bien.

—Usted ve las bacterias circular por la cocina.

—Ja, ja. Son mis amigas, sí. Soy un poco psicópata con eso y al estropajo lo miro con malos ojos. Lo cambio con muchísima frecuencia. Es verdad que tengo que buscar un equilibrio, porque si no también generas demasiados residuos.

—Ya sé que no es su tema, pero al fin y al cabo es veterinaria: ¿No se nos está yendo un poco de las manos el tema de las mascotas en la ciudad?

—Es una consecuencia de la pandemia yo creo, de que la gente se ha visto muy sola. Ahora se ven muchos propietarios no con un perro, sino con dos. Los animales suponen una terapia y, en España, un país envejecido, creo que se están sustituyendo los niños por las mascotas.

—¿Celta o Dépor?

—No soy nada futbolera, pero si tengo que decantarme, Dépor, pero me alegro de que gane cualquier equipo gallego.

—¿Qué le gusta hacer cuando no está en el laboratorio?

—Mi pasión es viajar. Antes lo compaginábamos con el trabajo a través de los congresos científicos.

—Hábleme de un día feliz.

—El año pasado pusieron mi nombre a un aula de un colegio de A Coruña. Los alumnos proponían nombres, los defendían y luego votaban. Me eligieron por ser científica y veterinaria, que parece que les chocaba mucho. Y fui a hablar con aquellos niños y escuché sus preguntas. Uno de ellos me preguntó que qué se estudiaba antes, si la carrera de veterinaria o la de científica, ja, ja. Fue una jornada maravillosa.

—Defínase en pocas palabras.

—Soy trabajadora, risueña aunque tengo también el otro extremo. Y también tengo una gran capacidad de resistencia.

—Dígame un lugar donde se sienta especialmente bien.

—Frente a la Torre de Hércules.

—Algo en lo que le gustaría mejorar.

—Me gustaría cuidar más a las personas que quiero.

—Una canción.

Antes de que cuente 10, de Fito Cabrales.

—¿Lo más importante en la vida?

—Crear buen rollo. Aportar una sonrisa cada día a los que te rodean.