La reforma judicial se hace a espaldas de jueces, fiscales y abogados, según Judel
A CORUÑA
Los profesionales del Derecho critican la falta de medios, de infraestructuras, de personal y de voluntad política para cambiar 3.500 jueces se ponen todos los días la toga en España. En la mayoría de los países europeos la visten 11.000. Peor aún: A Coruña es, sino la que más, una de las provincias españolas peor dotadas judicialmente. Lo dice un juez instructor que cobra un 600% menos que un magistrado inglés y saca adelante un 90% más de sentencias. Pero los juristas no sólo se quejan de falta de infraestrcuturas, medios o personal, sino también de la voluntad política a que esto cambie. Hasta desconfían de la futura ley orgánica del Poder Judicial. Dice Judel que «se hace a espaldas de jueces, fiscales y abogados».
01 jun 2002 . Actualizado a las 07:00 h.La calle tiene la solución contra la lentitud de la justicia: Los juicios rápidos. Ángel Judel aclara que «los juicios rápidos han existido siempre cuando hubo medios suficientes». Y luego pone como ejemplo su experiencia en Barcelona, hace 18 años: «Con las leyes que había entonces se juzgaba a la gente en cuestión de semanas porque había suficiente número de juzgados. Eso produjo una reducción de la delincuencia callejera. El problema es que hoy hay el mismo número de juzgados que en el 83». De eso se queja, de la falta de medios y de personas, pero más de una voluntad política para que esto cambie. José Antonio Parada lo interrumpe para aportar un dato desolador: «A Coruña debe de ser la ciudad de España más infradotados en cuanto al número de juzgados de lo penal». Para hablar del déficit de jueces y fiscales, el juez instructor se refiere a los magistrados británicos, que emiten un 90% menos de sentencias que sus homólogos españoles, «y cobran un 600% más». José Ramón Piñol se queja de que siempre se hable de crear juzgados, «pero nunca de crear fiscales. En estos momentos, a los fiscales nos es imposible acudir a todos los actos orales a los que se nos convoca. Se ha pasado del fiscal de mesa camilla de antaño, que no acudía por los juzgados, al de hoy, que va a vistas, pruebas... Y sin embargo sigue habiendo el mismo número». Ángel Judel tacha de «absurdo» al actual sistema procesal. Y pone un ejemplo: «Imaginémonos una demanda en la que se discute por 25 pesetas, que las hay. Primero la ve un magistrado. Una de las partes recurre y pasa a una sala de tres magistrados de la Audiencia. Vuelven a recurrir y llega al Tribunal Supremo. Esto no pasa en el mundo. Con un añadido, que además es gratis. Así, como no va a ser lenta la Justicia». Los recursos Ese sistema de poder llegar con recursos al constitucional, para Víctor Espinosa, «perjudica terriblemente». Luego dice que «el abogado que es sensato y prudente debe saber que cuando hay un fallo en primera instancia, tanto en lo civil como en lo penal, lo que se va hacer luego es confirmar. Si se hace es por petición del cliente. Y eso lo hace porque es gratis y entonces recurre, recurre y recurre». Ángel Judel insiste en el bajo número de jueces. «Para tener el nivel europeo tendríamos que tener 11.000 y tenemos 3.500». Una manera de rebajar el trabajo en los juzgados sería copiar el modelo británico, «donde no todo llega a juicio, hay cosas que no se persiguen. La policía y el fiscal son los que dicen qué es lo que debe perseguirse. Los políticos ingleses no quieren que se persiga todo», dice José Antonio Parada. Judel cree que «falta una clara dirección política de cómo se quieren solucionar las cosas. Diseñar lo que se tiene que hacer, a largo plazo, y no estar cada cinco años cambiando. El que tiene que poner el dinero, no lo pone. Alguien deberá llegar a la conclusión de que si queremos una justicia de este tipo, necesitamos tanto y va a costar tanto». La solución a alguno de los problemas que padece la judicatura podría pasar por la futura Ley Orgánica del Poder Judicial. Aunque al presidente de la Audiencia Provincial de A Coruña le resulte caro de admitir. Dice Ángel Judel que «la están haciendo a espaldas de los jueces, de los fiscales y de los abogados. Hay un desconcierto general».