El jesuita ofreció una charla en la Fundación Barrié de la Maza Las plazas del Obradoiro, San Pedro y Tienanmen simbolizaron su carrera
20 sep 2005 . Actualizado a las 07:00 h.El padre jesuita Andrés Díaz de Rábago realizó ayer un recorrido por sus 50 años de labor como misionero, que lo llevaron a lugares tan lejanos como Shangai y Taiwan. El sacerdote, que ofreció una conferencia en la sede de la Fundación Pedro Barrié de la Maza, recurrió a un triple simbolismo, encarnado en las tres plazas que marcaron su vida y, particularmente, su labor en la Iglesia. La primera fue la del Obradoiro, en Santiago, donde descubrió su vocación cuando estaba a punto de terminar la carrera de Medicina. «Me llamaron loco», confesó Díaz de Rábago. La segunda fue la de San Pedro, en Roma, a propósito de la cual señaló que «delante de Dios, todos son más misioneros que yo». La tercera y más importante fue la de Tienanmen, en China. Del país asiático habló el padre extensamente: de la matanza de estudiantes en dicha plaza, de la unión inminente entre las iglesias oficial y no oficial, y de los cambios que observó cuando, en el 2002, cincuenta años después de ordenarse, hizo un recorrido por diversas ciudades. «Al entrar en Pekín sentí ganas de llorar». Una grabación con el Padrenuestro cantado en chino cerró el acto.