Woods perdió un contrato de patrocinio con la General Motors que le reportaba alrededor de ocho millones de dólares al año, pero supo sortear la situación al aliarse con la compañía de bebidas PepsiCo, que lanzó la marca Gatorade Tiger en marzo del pasado año.
También el Tigre demostró que saber embocar en los negocios cuando se apresuró a firmar un contrato con la compañía de telecomunicaciones AT?&?T para colocar la marca de la compañía en la bolsa de los palos, en el lugar que antes ocupaban los automóviles Buick.
Y para Woods se mantiene inalterable el contrato de la firma deportiva Nike, su principal benefactor, con un ingreso superior a los 30 millones de dólares anuales, que reportó a sus patrocinadores un récord en ganancias de 725 millones.
Pero como Woods no se duerme sobre los laureles, también ha invertido en el diseño de dos campos de golf, uno de ellos en Dubái(Emiratos Árabes Unidos) y el otro en Carolina del Norte (Estados Unidos), ambos en plena construcción. Además, tiene en proyecto otro en México, que dio a conocer el año pasado pero cuya ejecución no ha comenzado aún.
Las metas inmediatas de Woods para incrementar sus arcas son el Bridgestone Invitational, en Akron (Ohio), a partir del jueves, y el siguiente fin de semana el 91.º Campeonato de la PGA, el cuarto y último grande del año.