Cada vez quedan menos locales auténticos, donde las cuncas y el pincho se acompañan siempre del ingrediente mágico: el cariño
04 dic 2024 . Actualizado a las 09:47 h.Si cuando se cierra una puerta se abre una ventana, cuando se cierra una tasca se abre un «espacio gastronómico». Los eufemismos, neologismos y circunloquios campan a sus anchas para definir conceptos de locales que dicen sin decir. Ahí están los lounge bar, las neotabernas y los bistró; por eso, pérdidas como la de O Tarabelo son hoy más significativas que nunca, ya que cada vez quedan menos locales auténticos, donde las cuncas y el pincho se acompañan siempre del ingrediente mágico: el cariño.
Aunque O Tarabelo desaparece del mapa tal y como sus clientes lo conocían hasta la fecha, volverá en unos meses con sus mismas recetas y un aura renovado. Se encargarán de continuar con su legado los mismos chicos que hace unos meses cogieron el Cocodrilo para que los coruñeses puedan seguir disfrutando de sus tapas favoritas. Mientras la tasca coge aire, te invitamos a visitar cinco locales que te encantarán si eres un fanático del local de la calle Ángel.
A Cunquiña
«Vino de barril, chicharrones, empanada, queso del país y, como cortesía, ponemos un pincho con la consumición como hacía mi madre». La declaración de intenciones de Rosa, que tomó el relevo de A Cunquiña en el 2017, fue clara: mantener la esencia de un local que solo tenía que seguir poniendo todo su encanto al servicio del cliente. Esta tasca de la plaza del Humor es punto de encuentro de septuagenarios de lunes a viernes y de millennials el fin de semana, convirtiéndose este punto en lugar de culto a la hora del vermú, normal teniendo en cuenta que no suele faltar la música en directo. Con casi setenta años de vida, esta tasca mantiene precios inigualables, con una taza por menos de un euro.
Casa Andrés
Dice un comentario de TripAdvisor que «si buscas elegancia, este no es tu sitio». Ni falta que hace. En este local de la calle Barrera tienen una legión de seguidores por el raxo, los tequeños, los chipirones o, como en O Tarabelo, los berberechos. Pero, sobre todo, si se visita Casa Andrés hay que probar el muy laureado huevo abuela Julia. Ha de disfrutarse, a ser posible, en una agradable conversación donde las miradas a la pantalla no tienen cabida; de hecho, una advertencia en una pizarra avisa: «No hay wifi, hablen entre ustedes».
Bar Sanín
El Bar Sanín es tan tradicional y enxebre que hasta podría pecar de excéntrico. Un deleite para los sentidos de los foráneos (en parte por las imágenes que muestran cómo era A Coruña hace décadas), es uno de los templos de peregrinaje obligado para los amantes de las cuncas. En plena calle Orzán, el Bar Sanín es perfecto para arrancar la noche. Con una historia que arranca en 1954, este local demuestra que, muchas veces, en cuestiones culinarias menos es más. Aquí llevan años conquistando paladares a base de queso, chorizo o unas anchoas que quitan el sentido.
La Bombilla
Sí, el croquetón. Sí, el filete. Sí, la tortilla. Pero sí también a muchas tapas que se pasan por alto en el que es uno de los bares más clásicos de la historia de A Coruña. No llega a ser tasca, pero entra en este top por derecho propio porque tiene carisma (esos botes de Colacao haciendo de servilleteros son inconfundibles), pinchos ricos (el caldo y los calamares hay que probarlos) y una larga historia que se palpa nada más poner un pie en este local situado en el número 6 de la calle Torreiro.
Taberna del Chipirón
Lo saben los residentes de la Ciudad Vieja, y también los trabajadores del hospital Abente y Lago, pues muchos hacen parada técnica en la Taberna del Chipirón (San Francisco, 5) para reponer fuerzas. Tiene una terraza privilegiada para disfrutar al sol los días que el tiempo acompaña, pero si hace malo estar dentro es como volver a esas cantinas que paulatinamente comienzan a desaparecer. La tortilla estilo betanceiro hay que probarla y, como no podía ser de otra manera, los chipirones. Los precios son más que razonables, sobre todo teniendo en cuenta el entorno privilegiado; y la atención suele ser incuestionable.