Por Laureano López.
30 may 2011 . Actualizado a las 15:04 h.A Carlos Negreira sus vecinos le dieron el domingo 51.286 votos de confianza, que se tradujeron en una mayoría absoluta aplastante, solo comparable a los buenos tiempos (electoralmente hablando) de Francisco Vázquez. Podrá así afrontar los retos, y son cuantiosos, que se marcó en su programa electoral, aunque ya ha advertido que la situación económica no está para alegrías. Lo dijo el lunes, en su primera intervención tras la victoria del domingo: «No tengo varitas mágicas» y alertó, como ya hiciera su antecesor en el cargo, que «el empleo y la actividad económica no son competencia absoluta de este Ayuntamiento».
Crisis económica y crisis socialista al margen, en la ciudadanía calaron sus compromisos de austeridad (solo un coche oficial, la mitad de los asesores que en el gobierno actual, cinco tenencias de alcaldía), que ahora podrá llevar a la práctica. Lo dijo Henrique Tello hace cuatro años, «na oposición, o falar non ten cancelas» y Negreira, que ya tiene experiencia de gobierno, deberá demostrar que sus palabras no se las lleva el viento. En la primera entrevista concedida a La Voz tras la noche electoral, el futuro alcalde de la ciudad quiso desmentir algo de lo que alertaban en el PSOE: «No solo no reduciremos el gasto social, sino que lo blindaremos», proclamó, para añadir que duplicará «de forma inmediata» las ayudas a entidades sociales.
El nuevo alcalde ha decidido modificar proyectos que no llegaron a contar con la simpatía de los ciudadanos, simbolizados en el carril bus y en el bulevar de General Sanjurjo, y se ha comprometido a escuchar «a vecinos y comerciantes», muchos disgustados con un Ayuntamiento que tuvo serias dificultades para conectar lo suficiente con algunos sectores sociales.
Parte el líder popular con ventaja para mantener su filin con los ciudadanos: podrá completar los proyectos iniciados por su predecesor, quien en aspectos como las grandes infraestructuras o la protección social fue un gran alcalde para esta ciudad. Ahí quedan las licitaciones para ampliar Alvedro o la intermodal, el fin de Penamoa, el servicio de canguros o el cheque-restaurante. Algunos de estos planes deberá apuntalarlos un Gobierno que tiene que mantener sus compromisos con A Coruña. No sería de recibo que bajara los brazos tras el cambio producido hace una semana en María Pita.
La ciudad se enfrenta a fenomenales retos en estos próximos cuatro años. Algunos de ellos de compleja resolución, como el tráfico, el empleo, la crisis galopante del pequeño comercio, el área metropolitana, la gestión de los residuos, o el llamado caso relámpago y el Conde de Fenosa, muchos de ellos asuntos conflictivos que Negreira denunció y ahora hereda. Pero también hereda un plan general que, con las modificaciones que vea necesario introducir, deberá marcar el desarrollo de A Coruña de la próxima década. Tiene, además, Negreira, plena sintonía con otras administraciones: esta misma semana Puerto y Presidencia anunciaron el inminente desbloqueo de proyectos enquistados como el agujero del Parrote o la Ciudad de la Justicia.
El lunes, el futuro alcalde dijo: «Mi compromiso es con los coruñeses y con la ciudad, no con mi partido». Negreira ha sabido insuflar en el PP los ingredientes necesarios para llevarlo a un triunfo arrollador en A Coruña y en la provincia. Acertó en el diagnóstico de los problemas y demandas de los ciudadanos y fue, a ojos de los electores, más realista que sus oponentes. Le toca ahora pilotar y trasladar ese realismo a una ciudad que le ha prestado el timón. Gobernar una urbe no debe de ser tarea sencilla, pero esta victoria incontestable le ha puesto en bandeja una oportunidad histórica para desarrollar un proyecto para la inmensa mayoría. En su mano está aprovecharla.
En la ciudad calaron los compromisos de austeridad que ahora el nuevo alcalde podrá llevar a la práctica