La bendición de Santa Bárbara

A CORUÑA

19 nov 2013 . Actualizado a las 15:39 h.

Con los últimos granos cayendo por el cuello del reloj de arena, un rayo de esperanza asoma en el futuro de la fábrica de armas coruñesa. Santa Bárbara, como se le conoce popularmente, ya tiene quien la quiera tras muchos años de ninguneo. Defensa ha adoptado una solución salomónica. Habrá concurso. Y se buscará el mejor plan industrial para un símbolo dorado de una época ya lejana.

La batalla ha sido larga, pero si se cumplen las expectativas de un final feliz como el comprometido por el Gobierno central ante el alcalde, Carlos Negreira, y el presidente del comité de empresa, Roberto Teijido, habrá merecido la pena.

Los terrenos de la fábrica de armas son un valor muy cotizado y envidiado. Su inmejorable ubicación los convierten en un atractivo del que ahora toca protegerla: los especuladores inmobiliarios. El primer golpe ya se salvó en el nuevo PGOM, con la declaración de la parcela como de uso industrial, algo que no figuraba en el borrador del proyecto presentado por Joan Busquets y que recibió el beneplácito del bipartito liderado por Javier Losada. Este, de hecho, concurrió a las elecciones -en la misma lista en la que figuraba Mar Barcón, por cierto- con un plan para construir en esa parcela tan codiciada un hospital.

Materializar las ofertas. Tras el trabajo político, que ha servido esta vez para frenar el cierre, en plena sintonía de tres gobiernos de derechas con los sindicatos, llega la hora de materializar las ofertas. De poco sirven ya los buenos propósitos y las promesas de días de gloria. Tras el esfuerzo negociador, ni el alcalde ni el Ministerio de Defensa se pueden permitir un cierre en falso ni de compromiso que genere una nueva frustración en los trabajadores o en la ciudadanía. El único compromiso debe ser con la propuesta más viable y que garantice el mejor empleo posible: condiciones, duración y plan de negocio. Y, para eso, habrá que enseñarle todas las cartas al comité encargado de resolver el concurso que debería estar finiquitado antes de que acabe el primer trimestre del próximo año.

El grupo liderado por IFFE fue el primero en saltar a la arena. Su buena predisposición choca con los escasos recursos económicos de los que parece disponer y por el exceso de vinculación de sus planes a los ingresos provenientes de las arcas públicas.

Hércules de Armamento, formada por inversores de toda España con experiencia en el sector, dispone de dinero y asegura tener una cartera de clientes -con acuerdos ya cerrados- cuyos nombres garantizarían esa ansiada viabilidad. Su talón de Aquiles radica en la falta de confianza que inspira el misterio de sus inversores en algunos círculos políticos.

Quedan apenas cien días para que, si la burocracia responde a las verdaderas necesidades de los ciudadanos, Santa Bárbara vuelva a abrir sus puertas. Su valor simbólico sería enorme y puede anticipar el cambio de ciclo con el que sueña el PP. Veremos.