El alcalde anuncia que será candidato en plena tormenta de la Pokémon
02 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.No dijo nada que no se supiese, pero que Carlos Negreira confirmase que será candidato a la alcaldía, con permiso de la dirección del PPdeG, servirá de asidero a sus concejales en medio de la marea de incógnitas que ha traído esa ciclogénesis judicial bautizada operación Pokémon.
«El jefe», como le llaman entre los suyos, explicó esta semana en una entrevista radiofónica que mantiene su plan original de presentarse a una segunda elección, «y solo a una porque ocho años es tiempo suficiente».
Esas palabras confirman el nombre del número uno de la lista del PP, en la que hace apenas dos meses se antojaban muy pocos cambios y en la que ahora no se descarta un auténtico baile de nombres a consecuencia de las operaciones judiciales, tal y como advirtió esta misma semana Alberto Núñez Feijoo.
Claro que los nombres no son la única incógnita. La Pikachu, rama coruñesa de la operación Pokémon, se ha manifestado en un momento clave del mandato, a tiempo para trastornar la vida municipal en el último año y medio, cuando los gobernantes aceleran los trámites y las obras para presentar un buen expediente de cara a las elecciones.
Más obstáculos por delante
El alcalde insiste en que la imputación de su mano derecha, Julio Flores, dos asesores y varios funcionarios con cargos de confianza no ha lastrado el trabajo. Pero es vox populi que el personal del Ayuntamiento es cada vez más reacio a firmar expedientes, lo que sumado a la debilidad política causada por la Pokémon ha llevado a parte de la oposición a dar el mandato por «terminado». Quizá exageren, pero es evidente que el PP tiene ahora muchos más obstáculos que superar por delante.
¿Qué objetivos? Tras el mandato «gris» del bipartito, tantas veces denostado por los conservadores, Negreira se comprometió a transformar la ciudad con nuevas instalaciones culturales y un plan de movilidad, rematar las infraestructuras prometidas desde hace años y devolverle la influencia que tuvo con Francisco Vázquez.
Las infraestructuras, pagadas en su mayor parte con fondos autonómicos y estatales, han avanzado; especialmente Alvedro, el puerto exterior y la tercera ronda. En Alfonso Molina está previsto el arranque de los trabajos este año, igual que la transformación de Tabacos en instalaciones judiciales. La marca de la casa es el proyecto para soterrar el tráfico en la Marina, que por ahora avanza en plazo.
La búsqueda del prestigio «perdido» depende sobre todo del proyecto Smart City, que aún solo se refleja en el papel de los pliegos de contratación y aún debe materializarse en alguno de los modernos servicios municipales de alta tecnología que se habían prometido.
A la «transformación de la ciudad» le queda trabajo por delante. El plan de movilidad ya está, pero es complicado que se aplique de forma significativa antes de que acabe el mandato. Los trámites de las escuelas infantiles están en marcha, pero los centros aún deben abrir sus puertas. Poco se sabe de instalaciones como la Caja Mágica o el Game Park. Tampoco del Coruña Futura, un proyecto estrella que debe recibir un impulso.
El gobierno reconoció en su balance de medio mandato que se había dedicado a «resolver la herencia del bipartito» y que iba a empezar a construir. Ahora deberá hacerlo en unas circunstancias mucho más difíciles.