Solo el que padece a diario los continuos atascos de la rotonda de Sabón sabe de la necesidad de esta infraestructura, que permitirá también mejorar la competitividad de las empresas instaladas en el polígono industrial. Pero esta obra vital para el desarrollo económico de A Coruña y su área metropolitana está condicionada por el retranqueo de un gasoducto. Resulta paradójico que el desarrollo económico e industrial de la zona esté a expensas de una conducción de gas. Algo que resultaría incomprensible si no fuera por que el gasoducto impide que el segundo nivel de la rotonda desembarque en la avenida de la Diputación, principal acceso al polígono y por donde circulan 18.412 vehículos al día de media.
El conselleiro calificó esta conexión de «peza imprescindible e fundamental desta obra». Hasta tal punto tiene importancia, que le da sentido a la obra. La segunda altura de la rotonda permitirá a los vehículos procedentes de Vilarrodís, de la AG-55 y de la A-6 acceder directamente a la avenida de la Diputación, mientras la circulación procedente de Oseiro, de la avenida de la Playa y de Arteixo se desviarán por la rotonda que ya existe.
De este modo, calcula la Xunta que por el segundo nivel de la rotonda podrán circular 15.000 vehículos, entre un 25 y un 30 % de los coches que pasan a diario por la glorieta. Mientras que en la actualidad, la rotonda existente soporta 50.000 coches, entre los que hay 4.000 camiones.