San Lorenzo de Almagro, el primer tiquitaca

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Partido entre el San Lorenzo de Almagro y el Deportivo de La Coruña, que se jugó en Riazor el 27 de enero de 1947, dentro de la gira por España que realizó el San Lorenzo. El resultado final, 0-0. A la izquierda, integrantes del San Lorenzo.
Partido entre el San Lorenzo de Almagro y el Deportivo de La Coruña, que se jugó en Riazor el 27 de enero de 1947, dentro de la gira por España que realizó el San Lorenzo. El resultado final, 0-0. A la izquierda, integrantes del San Lorenzo. Alfonso Andrade

Nace en A Coruña una peña del club argentino San Lorenzo, que marcó la historia del deportivismo tras una célebre exhibición en Riazor en 1947

29 jun 2019 . Actualizado a las 11:00 h.

En la torre de Hércules, donde se conmemoran estos días los diez años del monumento como patrimonio de la humanidad, hubo el miércoles un acto ajeno a esos fastos pero de singular vinculación a la ciudad: el nacimiento de la peña Cuervos de Galicia, la primera aquí del club argentino San Lorenzo de Almagro.

Han pasado más de setenta años desde que tuvo lugar un episodio tras el que nada volvió a ser igual en el fútbol español y, especialmente, en el coruñés. La gira que entre diciembre de 1946 y febrero de 1947 realizó por nuestro país el San Lorenzo, que entonces era el mejor equipo del mundo, tuvo un efecto transformador sobre nuestro balompié. El juego de toque corto, apoyos y posesión del Ciclón, o Los Cuervos, como se les conoce en su país, irrumpió como un tsunami en el fútbol aguerrido y de pelotazo que se estilaba en aquellos años. «El tiro a portería es un pase a la red», decían los argentinos.

Farra, Martino, Pontoni o Zubieta (este vendría años después al Dépor) eran los galácticos de entonces, que acabarían pretendidos o fichados por el Madrid, el Barça, la Juve… Los periódicos y las radios no hablaban de otra cosa. La gira del San Lorenzo copaba portadas. Los jugadores eran paseados a hombros en los estadios y escoltados durante visitas turísticas interminables en cada villa que visitaban. Un equipo del nodo rodó la gira, que les llevó a Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Coruña y Sevilla. También a Portugal. Algunas actuaciones fueron de escándalo; se enfrentaron dos veces a un combinado español y le ganaron 5-7 y 1-6. Perdieron un solo partido, contra el Real Madrid el día de Navidad, después de una fiesta de Nochebuena que dejó a varios titulares en el banquillo.

El 27 de enero de 1947 llegaban a Riazor, donde se habían agotado las entradas varios días antes. Para la ciudad no era un partido más. Los cientos de miles de gallegos emigrados a Argentina eran cuervos en su mayoría. Sobre todo después de que el club acogiese a futbolistas españoles huidos durante la Guerra Civil. En Coruña, a los del San Lorenzo se los llevaron por Galicia adelante. Los agasajaron con un asado y les enseñaron la catedral de Santiago y la torre de Hércules, donde siete décadas después nace esta simbólica peña oficial.

En cuanto al partido de Riazor, los que asistieron a aquella demostración comparan el estilo del San Lorenzo con el Barça de Guardiola o la España que ganó el Mundial; el tiquitaca setenta años antes. Con todo, el envite acabó 0-0. Los argentinos arrasaron, pero se encontraron con un Acuña memorable, que lo paró todo. Para muchos expertos, aquel San Lorenzo cambió la historia del deportivismo. Los directivos pensaron que el fútbol iba por otro camino y el club empezaría a fichar jugadores sudamericanos de toque y calidad que serían la base de la Orquesta Canaro, subcampeona de Liga en 1950.