El ADIF anunció la licitación de la obra hace año y medio, pero no se dieron más pasos
11 oct 2020 . Actualizado a las 10:03 h.El ADIF publicó el 5 y el 7 de marzo del 2019 un anuncio en el Diario Oficial de la Unión Europea que le comprometía a licitar en el primer semestre de aquel año la obra del enlace ferroviario al puerto exterior y su control técnico. Hoy, más de año y medio después, siguen sin darse pasos para iniciar la construcción de una infraestructura que arrastra más de una década de atrasos, y que es imprescindible para la viabilidad de Langosteira, la liberación de los muelles interiores de A Coruña y la seguridad del transporte marítimo gallego. Es decir, para el desarrollo económico, social y medioambiental de todo el norte de Galicia.
Pese a la importancia de las obras, ni el ADIF ni Fomento han aclarado esta semana cuándo empezarán ni qué vías de financiación se prevén para sufragar los 140 millones de euros que costarán los 6,55 kilómetros de vía. Aunque las peticiones de información se reiteraron desde el miércoles, las últimas comunicaciones del ministerio y el ente estatal se limitan a señalar que se están reuniendo los datos.
Esa falta de concreción no es nueva. En noviembre del 2019, cuando ya se tendría que haber producido la licitación anunciada en el diario de la UE, la presidenta del ADIF, Isabel Pardo de Vera, afirmó en A Coruña que «no se concibe un puerto sin ferrocarril». Pero a continuación dejó claro que la entidad no sabía ni cuándo empezarían las obras ni cómo se financiarían. En junio de este año, el ente estatal apuntó que el tren podría pagarse con las próximas remesas de fondos europeos, pero por ahora no han trascendido pasos en esa línea.
La perplejidad ciudadana es cada vez mayor, porque en el 2018 Fomento, la Xunta y Puertos del Estado firmaron un protocolo por el que el ADIF y Puertos se comprometían a financiar la infraestructura. Ese acuerdo, rubricado durante el último Gobierno del PP en Madrid, fue rechazado por PSOE, BNG y Marea, que entonces lideraba el gobierno local coruñés.
Un protocolo estancado
Los actuales responsables de Fomento no han desarrollado el pacto, ni tampoco han planteado alternativas. Incluso pese a la insistencia de la alcaldesa, la también socialista Inés Rey, en que la obra es imprescindible; o a los llamamientos de la Xunta para que se cumpla el protocolo del 2018, que también han resultado impotentes.
Por si faltasen elementos para la perplejidad ciudadana, el Gobierno central sí ha aprobado la condonación de la deuda de 350 millones del puerto de Valencia, reformado para la Copa América de Vela, mientras niega el mismo trato a la Autoridad Portuaria coruñesa, aplastada por el débito de 304 millones de la obra de la dársena exterior, levantada tras el Prestige para minimizar el riesgo de nuevas catástrofes. Esa deuda paraliza también el tren, ya que impide que el Puerto pueda recurrir a la banca para financiar el enlace ferroviario.
Trece años de incumplimientos
El «agravio» con Valencia, como han coincidido en llamarlo los principales partidos con representación en Galicia, excepto el PSOE, que considera que la situación de las dos ciudades no es comparable, se perfiló como un asunto clave para la formación del Gobierno de Pedro Sánchez. El BNG anunció que condicionaría su investidura a que se condonase la deuda del Puerto. Pero el veto no se mantuvo.
Claro que está lejos de ser el primer incumplimiento con Langosteira y su tren. Baste señalar que en el 2007, el hoy delegado del Gobierno y entonces alcalde, Javier Losada, afirmó que el ferrocarril estaba «garantizado». Trece años después sigue a la espera. Incluso a pesar de que Fomento aprobó el estudio informativo del proyecto en enero del 2018, cinco meses antes de la moción de censura contra el Gobierno de Rajoy, que en sus años de legislatura no dejó la obra atada pese al acuerdo con la Xunta.
La ciudad, maniatada
Mientras la Administración no da pasos para evitar lo que la presidenta de ADIF consideró inconcebible, que Langosteira se quede sin tren, A Coruña afronta su futuro con una mano atada a la espalda, la de su fachada marítima oriental, que seguirá ocupada en su mayor parte por tinglados hasta que haya tren.
El muelle de San Diego, que dispone de 377.000 metros cuadrados, suficientes para encajar 17 veces los jardines de Méndez Núñez, no podrá quedar liberado sin el tren, utilizado para transportar graneles o madera.
Sin línea férrea, el traslado de las operaciones petroleras de Repsol a Langosteira, cuyas obras empezarán antes de medio año, no servirá para reabrir San Diego. Tampoco dará la solución prevista al riesgo medioambiental que sufre la costa coruñesa, ya que los graneleros, entre ellos los que transportan bioetanol, deberán seguir descargando en los muelles interiores, con el peligro que conlleva. La falta de ferrocarril lastra así la seguridad de A Coruña y su entorno marítimo, también bloquea su desarrollo urbano y limita posibles soluciones para sus problemas de tráfico a través de los terrenos del puerto interior.
Un lastre para la economía
Por otra parte, la carencia de un enlace ferroviario es una rémora para la competitividad de Langosteira, que tendrá más dificultades para atraer nuevas empresas y tráficos frente a otras dársenas que sí cuentan con él.
Esa situación es paradójica, teniendo en cuenta que la dársena ha sido declarada de interés general y que el Estado ha hecho un enorme esfuerzo para construirla. La Autoridad Portuaria ha invertido más de 750 millones y Fomento desembolsó otros 83 para construir los accesos. A esas cifras hay que sumar la inversión privada, al menos 230 millones empleados en trasladar allí las empresas. Un esfuerzo multimillonario que quedará mutilado sin un ferrocarril de 140 millones.