Ana G. Fernández, presidenta de la asociación alas: «La muerte de Samuel ha visibilizado que hace falta más que el día del Orgullo»
A CORUÑA
La entidad se persona como acusación popular en el juicio del crimen del enfermero de 24 años
14 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Ana G. Fernández es presidenta de la Asociación pola Liberdade Afectiva e Sexual da Coruña (Alas Coruña). La entidad se presenta como acusación popular en el proceso judicial por el crimen de Samuel Luiz, el joven de 24 años muerto por una agresión grupal el pasado 3 de julio. La entidad quiere demostrar que los hechos responden a «un delito de odio».
-¿Qué situación atraviesa el colectivo LGTBIQ tras la muerte de Samuel?
-La gente tiene miedo, pero eso no puede ganar. No solo a raíz de la muerte de Samuel, sino también por otras agresiones. A Coruña, como una de las grandes urbes de Galicia, es una ciudad inclusiva y diversa, pero siguen existiendo comportamientos lgtbifóbicos y eso no se puede negar.
-¿Qué datos de agresiones maneja el observatorio de Alas?
-Según el último registro completo, que va desde el 1 de junio hasta el 13 de julio, hemos recogido 17 incidentes de odio, de los cuales 13 son agresiones directas, tanto físicas como verbales, y todas ellas han ocurrido en la vía pública. En A Coruña figuran diez, y en el resto de Galicia, cinco.
-La violencia no es solo física.
-Claro, los datos que menciono son la parte más grave. Los puñetazos duelen, pero los comentarios, miradas o chascarrillos hacen mucho daño.
-Usted ha mencionado que la sociedad ha fallado a los agresores de Samuel, ¿a qué se refiere?
-Sí. La sociedad no les ha educado, no les ha provisto de referentes de masculinidad positiva. Al final, ellos no sabían a quién amaba o con quién se acostaba Samuel, pero lo leyeron como «maricón» y eso fue suficiente para insultarlo.
-¿Por qué?
-Cuando un agresor llama «maricón» a alguien es porque ahí ve una posición de vulnerabilidad, ellos consideran a la víctima como alguien inferior. Es una manera más de demostrar superioridad respecto a otros.
-Vulnerabilidad envuelta en prejuicios y estereotipos.
-Claro. Es más, históricamente, a los hombres se los ha insultado llamándoles «nenaza», «maricón» o «calzonazos». Esto es una violencia estructural. Consideran que pueden atacarte porque la masculinidad de la persona agredida no está a su altura.
-Y de ahí, la importancia de la educación. ¿Qué otras soluciones encuentran a este problema desde el observatorio?
-Nosotros siempre hablamos de derechos humanos, sea donde sea. Por ejemplo, en los colegios trabajamos para que el alumnado conozca la diversidad que existe en la sociedad. No hay un solo modelo de masculinidad, ni de feminidad. Tratamos de educarlos en el abanico de la diversidad, que es lo que enriquece a nuestra sociedad.
-La muerte de Samuel hizo que el observatorio registrase más denuncias, según uno de los técnicos.
-Sí, y eso fue, en parte, porque más gente conoció la asociación. Al final, lo que ha visibilizado la muerte de Samuel es que hace falta más para el colectivo, más que el Orgullo o más que el matrimonio igualitario. Hacen falta leyes que nos protejan.
«Fue sobrecogedor ver cómo la sociedad se levantaba ante la violencia hacia nuestro colectivo»
-¿Cómo vivieron desde Alas las marchas que sucedieron a la muerte de Samuel?
-No lo esperábamos. El sábado saltó la noticia y todas las asociaciones LGTB de Galicia supimos que teníamos que hacer algo. Empezó siendo una convocatoria en los grandes municipios, y el domingo ya habíamos pasado de 5 a 60, solo en Galicia. Fue sobrecogedor ver cómo la sociedad se levantaba ante la violencia hacia nuestro colectivo.
-La de A Coruña tuvo entre 6.000 y 7.000 participantes.
-Sí, no fuimos conscientes de ellos hasta que hablamos con la Policía Local. Pero nuestra concentración era diferente a la del resto. Nosotras asumimos la parte administrativa, pero los protagonistas eran las amigas de Samuel y su familia.