El propietario del bar F.M., en el callejón que une el Cantón Pequeño y Durán Loriga, atrae a sus clientes con carteles que derrochan humor, antes del cierre, a las cinco de la tarde
08 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Es divertido. De esas personas que no sabes si habla en broma o en serio. Casi siempre es lo primero. Regenta el único negocio del céntrico callejón de San Blas, que une el Cantón con Durán Loriga. Es como el túnel del viento. «A pesar de que sopla, pongo dos mesas fuera que suelen estar ocupadas. Le tengo cariño al callejón y no me cambio al Cantón, además de que me saldría bastante más caro», comenta Toni Valera Lojo, el último mohicano del centro. Muchos no conocen el bar F.M. (son las iniciales de Félix y Mari Carmen, que tuvieron el negocio antes que él), pero sí que habrán visto la pizarra que instala al lado de la fachada del antiguo Banco Pastor. Siempre escribe alguna frase graciosa que atraiga al público hacia su escondido bar. El de estos días dice: «¿Qué mirás bobo? Anda payá y tómate un café». E incluye una flecha que señala hacia el F.M. «Empecé con esto después de la pandemia. Ponía: “Vente a tomar el mejor café para llevar” o “Café calentito por aquí y frío y lluvia por allá”. Son cosas que se me ocurren, que veo en algún sitio o me indican los clientes. El de Messi es idea de Alfredo, que trabaja en una notaría a la que llevo los cafés», relata este coruñés de 33 años y vecino de Os Mallos, pero que antes vivió en Los Rosales, Labañou, Oleiros o Monte Alto.
Clientela de siempre
Entre Toni y sus clientes hay una relación de cariño especial. «El 90 % vienen todos los días. Acabo de subir el café de 1,20 a 1,30 y me cuesta hacerlo, pero no me queda más remedio. En la cocina está mi compañera Vanesa, y yo, en la barra y echando una mano en lo que sea. Ofrecemos un menú del día a 9,50 y medio menú a 6,80 más café, yogur o helado. Pueden elegir entre seis platos. Es como comer en casa. Los clientes me dicen que tengo los precios demasiado baratos», afirma. Ah, los desayunos los acaba de subir 20 céntimos. Ahora cuesta 3,60 tomarse un café grande, el zumo de naranja y tostadas con tomate y aceite, que son una de las especialidades de la casa. Dice que la tortilla, los callos o la lasaña también tienen mucha aceptación. Son las cinco de la tarde y charlamos en este bar ubicado en un callejón a la sombra del que en su día fue el edificio más alto de España. Es la hora de cierre. «En casa no me dejan abrir más. Empiezo a las siete menos diez de la mañana y solo estamos de lunes a viernes porque nuestra clientela son trabajadores de Sanidad, de Ocaso, de bancos y notarías de la zona. Soy hostelero, pero tengo horario de funcionario», comenta, como todo, con buen humor.
A punto de ser papá
En el bar no hay nada de decoración que indique que estamos en estas fechas. «En carnaval hasta vengo disfrazado, pero no me gusta la Navidad. Igual dentro de unos dos años me toca ir a la cabalgata», comenta mientras su mujer, Bárbara, que saldrá de cuentas dentro de pocas semanas, escucha con atención. Falta poco para que venga al mundo Anxo, el primer hijo de la pareja. A Toni se le ve feliz. Me cuenta que empezó Empresariales, Informática, Ingeniería Industrial, y las fue dejando. Probó con varias FP y se iba a ir a trabajar a Madrid cuando le surgió la posibilidad de ayudar a sus padres en este negocio que acaban de coger y que más adelante le traspasaron. Es una persona sociable y que siempre está de buen humor, aunque tiene sus momentos de bajón, como se encarga de recordar su mujer. Su gran vicio son las cartas Magic. «Llevo jugando desde los 7 años, es algo que está entre el póker y el ajedrez. Invertí mucho en cartas. Cuando me dejan, voy a jugar. También me gusta el cine, ir a bares que no estén muy de moda y el rock clásico. Tenemos entradas para un concierto de los Arctic Monkeys, pero la música actual no me gusta nada», relata. Confiesa que no hace deporte desde que tenía 19 años y presume de su buen café. «Me gusta hacerlo y que salga bueno», reconoce. Lo dice en serio.