Lucas Macías dirigió el segundo concierto de abono de la OSG, dedicado a Schubert y Brahms
15 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG). Coro de la OSG. Lucas Macías, director musical. Obras de Schubert y Brahms. Palacio de la Ópera, 13 de octubre.
Schubert y Brahms vertebraron el segundo programa de abono de la OSG, dirigido por Lucas Macías. Músico brillante (dirigió de memoria), su apuesta fue coherente, con resultados variables de la primera a la segunda parte: cara y cruz.
Desde la obertura y el entreacto n.º 3 de la Rosamunda schubertiana, Macías pidió sonido fino y delgado, pero a la vez claro y flexible: potenció la presencia de la cuerda y mantuvo buen pulso, regulando los matices y dejando que todas las secciones expusiesen sus partes con la justa presencia. En el entreacto n.º 3, poesía pura, destacaron las maderas (brillantes clarinete, flauta y oboe) y el cuidado por los matices, en una interpretación muy en estilo, de enfoque esencialmente clásico, sacando de la plantilla orquestal un sonido muy adecuado.
En el Canto del destino, de Brahms, Macías logró lo mejor del Coro de la Orquesta Sinfónica. Hizo un ejercicio de contención sonora y subrayó las virtudes del conjunto, escondiendo sus carencias: faltó presencia de la sección masculina en las partes más rotundas, pero hubo unos niveles de afinación y empaste que no estaban la temporada pasada. En lo orquestal, destacó ese final delicadísimo para atesorar.
La Segunda de Brahms, ordenada, clara y transparente, no acabó de funcionar: faltó pasión. La apuesta fue fuerte pero el resultado acabó cayendo en la monotonía, no tanto por el rendimiento de la orquesta (cuerda dúctil, en especial en el segundo movimiento; maderas redondas y metal rotundo, con la justa presencia al final) sino por una lectura más cercana al clasicismo que al romanticismo. Para gustos. La versión cogió vuelo desde el tercer movimiento, pero el conjunto, en su intimidad, fue poco estimulante, de sonido algo escuálido y falto de garra.
Macías es un maestro interesante, pero no todo el programa le convino de la misma forma. Lo de los móviles (bochornoso el del comienzo) y los aplausos tras cada movimiento de la sinfonía dan para otra columna.