El jubilado coruñés de los 120 antecedentes por robo se pasa a los «simpa»
A CORUÑA
Se fue sin abonar consumiciones en decenas de bares, principalmente de Os Mallos y Sagrada Familia
21 oct 2023 . Actualizado a las 14:08 h.Se llama Juan José y tiene 65 años. Entradas prominentes, pelo canoso, siempre bien vestido, suele lucir corbata, es educado, las arrugas se pelean en su entrecejo y, sobre todo, es de buen diente y no mete la mano en el bolsillo ni para abrigarse. Hoy es una de las personas más «temidas» en el mundo de la hostelería. Varios bares de Os Mallos y de la Sagrada Familia tienen su foto en la puerta porque sus dueños dicen estar cansados de que se vaya sin pagar. No se habla de otra cosa en estos barrios. No ya por beber y comer sin preguntar cuánto es, sino por su «enorme descaro». Cuando lo sorprenden, es él quien invita al hostelero a llamar a la policía, a la que espera sentado y tranquilo. No tiene ni una mala palabra ni un mal gesto. A veces dice que si quieren cobrar, que llamen a su abogado. Da un número de teléfono que al llamar informan de que no existe.
Este jubilado se hizo famoso en febrero del 2022 por cometer decenas de pequeños robos en viviendas de la comarca, principalmente en urbanizaciones de A Zapateira. Entonces, ya acumulaba más de 120 antecedentes penales. Su historial delictivo era entonces de 13 páginas y tras una breve estancia en prisión se presume que ya tiene alguna más.
Nunca cometió un delito de sangre ni le levantó la mano a nadie. Antes era un ladrón corriente, de esos que se cuelan en una casa, afanan las joyas, el vídeo, el aparato de música y desaparecen. Actuaba en la comarca coruñesa y lo hacía así: buscaba viviendas en las que desde fuera no parecía que hubiese vida, se hacía el despistado, observaba si había algo abierto por donde entrar y si era sorprendido, sacaba unas postales del bolsillo, decía que era un jubilado de Betanzos y que necesitaba algo de dinero.
Como su aspecto es el de abuelo tierno, muchos le daban unas monedas. Pero si no, se daba media vuelta y desaparecía.
Eso era antes. Ahora, que se sepa, ya no entra a robar en casas. Se convirtió en el rey de los simpas, como lo conocen en Os Mallos y en la Sagrada Familia. También comienza a conocerse en otras zonas de la ciudad. Este mismo jueves, cuando fue preguntado por un agente de la Policía Nacional si pensaba cambiar de barrio, respondió: «Estos días estuve por Cuatro Caminos porque por aquí ya me conoce todo el mundo». No tiene reparos en reconocer lo que hace ni en anunciar que no lo dejará de hacer.
Una tarde entera bebiendo
Donde más se le ve es en la Sagrada Familia. Entró en seis bares y en todos bebió, comió y se fue sin pagar. Hubo un día en que pasó la tarde entera bebiendo cerveza en uno de ellos. Cuando lo vieron marchar sin pagar, le dijo a la camarera que llamase a su abogado, que él se ocuparía de abonar las consumiciones. La mujer prefirió llamar a la policía. Como se trata de un delito leve de estafa —el desfalco no supera los 400 euros y el castigo es una multa—, solo se le puede identificar.
Lo mismo ocurrió este jueves en una cervecería de la ronda de Outeiro. Ahí solo tomó una caña porque se sintió observado. «Como todo el mundo lo conoce, nada más verlo aparecer puso en alerta al personal. Lo vimos irse sin pagar, avisamos y lo pudieron atrapar. Se quedó como si nada», recuerda Manuel, cliente y testigo de uno de los últimos simpas conocidos.
«Llevo haciendo esto más de 40 años y no voy a cambiar ahora», dijo a la policía
Que se sepa, el jueves fue la última vez que este hombre fue identificado por la Policía. Ocurrió al mediodía en un bar próximo al cruce de la ronda de Outeiro con la avenida de Arteixo. Así fue el sorprendente momento una vez que el camarero corrió tras él y lo alcanzó:
—Camarero: «Disculpe, pero no me pagó la caña».
—Juan José: «No me toque. Eso va contra el artículo xxx del Código Penal».
—C. «Solo le pido que me pague».
—J. J. «No lo voy a hacer. Llame usted a la policía».
—C. «Sí, lo voy a hacer».
—J. J. «Aquí la espero», dijo sentándose tranquilo en una silla en la terraza.
—Agente del 091: «¿Usted de nuevo? Ya son muchas veces que lo vemos. No puede seguir haciendo esto. ¿Sabe que está cometiendo un delito?
—J.J. «Sí. Ya tengo varias causas abiertas».
—A. «Pero es que además no se mueve del barrio. Ya lo conoce todo el mundo. Ya no engaña a nadie».
—J. J. «Ya lo sé. Hace unos días estuve por Cuatro Caminos, el Agra do Orzán y por el centro».
—Agente del 091: «Permítame su documentación».
—J. J. «Aquí la tiene. Tome nota. ¿Sabe que no me puede detener verdad?
—A. «Sí que puede ser llevado a comisaría una vez que el dueño del establecimiento lo denuncie».
—J. J. «Y el juez me dejará libre».
—A. «Si continúa haciendo esto, se le van a acumular las denuncias. ¿Por qué no deja usted de delinquir?».
—J. J. «Llevo haciendo esto 40 años y ahora no voy a cambiar. Hasta luego. Me tengo que ir».