Récord de trasplantes en el Hospital A Coruña en pleno pico de la gripe

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Imagen de archivo de un trasplante de riñón en el Hospital Universitario A Coruña (Chuac).
Imagen de archivo de un trasplante de riñón en el Hospital Universitario A Coruña (Chuac). GUSTAVO RIVAS

En siete días practicó diez injertos renales y cerró la quincena con veinte operaciones

18 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El Hospital Universitario A Coruña ha vuelto a marcar un nuevo récord de trasplantes y lo ha hecho en medio de las complicadas circunstancias de un centro al límite de su ocupación por la incidencia de las infecciones respiratorias en plena temporada de gripe. En los primeros quince días del año, ha llevado a cabo una veintena de intervenciones, una cifra que, de media, suele realizarse a lo largo de todo un mes. Especialmente señalada fue la actividad en cuanto a injertos renales, ya que entre el 6 y el 13 de enero pudieron practicar 10 implantes de riñón, algo que, confirman desde la Oficina de Coordinación de Trasplantes del Chuac, nunca antes había sucedido desde la puesta en marcha de este programa, en el año 1981.

.«Una locura, empezamos el año con muchísimas operaciones», señala Fernando Mosteiro, responsable de la Oficina de Coordinación de Trasplantes, que recalca la complejidad de mantener un ritmo de trabajo de exigente demanda de personal «en un momento en el que el hospital estaba sobrepasado por la gripe».

En nueve días, realizaron 12 trasplantes renales, 10 de ellos en solo siete días, y dos de ellos fueron dobles (cardiorenal y hepatorenal). Además, en dos semanas practicaron también dos implantes pulmonares, uno de corazón y cinco hepáticos.

Aunque el Chuac ya ha protagonizado jornadas maratonianas al coincidir trasplantes combinados entre distintos centros de España, «los 10 renales son un récord absoluto del centro en más de 40 años, nunca tanta actividad habíamos encadenado en tan poco tiempo», recalca Mosteiro, quien apunta que «hacer 10 en una semana supone tener cinco donantes y asumir dos cirugías trasplantadoras al día; es muy difícil porque el equipo de urólogos que hace los implantes renales es un equipo pequeño, el equipo de anestesia también lo es, y todos son profesionales que además tienen sus consultas en el hospital, hacen guardias, tienen una actividad ordinaria que dificulta asumir tanta carga de trabajo». Aún así, incide en el compromiso de los profesionales, conscientes de que «cuando hay un donante hay que intentar operar, hacemos encaje de bolillos para que los órganos se queden en nuestra comunidad; todos recordamos que con los picos del covid tuvimos que enviar órganos fuera porque el hospital estaba totalmente bloqueado por la pandemia», señala.

Siete años en lista de espera

En este inicio de año, todos los donantes eran de Galicia, salvo uno de fuera de la comunidad, y tenían entre 41 y 70 años. Su solidaridad dio una segunda oportunidad a los receptores, de entre 42 y 60 años , y entre los que se encontraban dos personas que llevaban en lista de espera por un riñón, y en diálisis, siete años.

«Dependemos de la generosidad de los familiares de los fallecidos, tenemos que seguir siendo conscientes de que de la decisión que tomen esas familias depende la vida de otras personas», recuerda Mosteiro. Con la imprescindible solidaridad, una vez que existe un donante el segundo paso es poder asumir la intervención. «Es difícil hacer tanto en un período tan corto y con sobrecarga asistencial, hay que felicitarse», valora el responsable de trasplantes del Chuac.

Aún con reservas por el corto espacio de tiempo transcurrido desde su paso por el quirófano, tienen además la satisfacción de que «los operados van bien, hasta ahora no ha habido ninguna incidencia, evolucionan dentro de lo esperable».

«Con casi 700 ingresados por el virus y la uci a tope no es nada fácil»

El coordinador de trasplantes del Chuac no quiere dejar de destacar lo que significa para quien vive enganchado a una máquina la aparición de un donante de riñón, un órgano que puede modificar absolutamente su forma de vivir. «De media, las personas que están en diálisis llevan cuatro o cinco años a la espera, pero en este caso dos pasaban de los siete años», recalca.

Para Mosteiro, que trabaja en la uci del Chuac, al margen de la dificultad de encadenar intervenciones muy especializadas como son los trasplantes, el valor de haber llevado a cabo en dos semanas tanta actividad como habitualmente se realiza en un mes completo tiene, si cabe, mayor mérito por las circunstancias que han rodeado este inicio de año. «Fue en un momento complicado, el hospital estaba lleno por los virus respiratorios, gripe sobre todo», dice. Y aporta datos: «En las últimas semanas han ingresado casi 700 personas por las complicaciones de la gripe y, de ellas, unas treinta han tenido que entrar en uci; no es nada fácil, esa alta demanda nos ha dificultado todavía más hacer los trasplantes», explica. Con la uci «llena, a tope», la complejidad va más allá de la propia intervención para implantar un órgano, puesto que «llevar a cabo todo esto supone hacer las operaciones, pero sobre todo disponer de camas de críticos y reanimación, altamente demandadas esta temporada; afortunadamente —concluye— hemos podido asumirlo».