Pilar Romero Cajigal: «En el Guggenheim todos saben que yo soy de Mera»

A CORUÑA

ANGEL MANSO

La comisaria de arte contemporáneo trabaja en el museo bilbaíno y tiene un local artístico en el mercado de Perillo

29 dic 2024 . Actualizado a las 22:11 h.

Es la única gallega trabajando en el museo. «La mayoría son vascos. También hay algún madrileño, una catalana, y una americana, Lekha Hileman, que es una comisaria de Chicago y yo soy su asistente. En el Guggenheim todos saben que soy de Mera», explica Pilar Romero Cajigal. En el mundo del arte es un referente, pero en la localidad oleirense es «a filla do ferreiro e da Garabana. Mi padre era herrero artesano y por mi abuela, de apellido Garabán, viene lo de A Garabana. No soy coruñesa, soy de Mera», sentencia esta comisaria de arte contemporáneo que vive a caballo entre Bilbao y Galicia. Tiene 47 años, pero se muestra un poco reacia a decirme su edad. Hace poco puso en marcha un proyecto en Perillo muy interesante y, mientras, trabaja para dos exposiciones que verán la luz en el 2026. Siempre le gustó el arte, pero hasta que decidió dar un giro radical a su vida no se dedicó por completo a este sector. Charlamos en la terraza del Mamá Chicó de Picavia. Pedimos un café con leche. Me cuenta su historia entre sonrisas.

Su vida de arquitecta

Estudió Arquitectura en la UDC y trabajó en distintas empresas. «En constructoras, en ingenierías y en un banco gestionando sus activos inmobiliarios. Me especialicé en gestión sin pretenderlo y estuve 20 años en el sector, siempre trabajando para empresas», recuerda. A partir del 2016 todo cambió por distintas circunstancias familiares y vitales, «decidí dar un giro a mi vida y dejé mi trabajo en los bancos. Era muy estresante y ya se trataba de una cuestión de salud. Decidí recuperar el gusto por el diseño y el arte y pensé en la opción del comisariado de exposiciones», relata. Se fue a Pamplona a realizar un máster de la Universidad de Navarra para formarse en este campo. «Me di cuenta que eso era la felicidad, la mejor decisión que tomé en mi vida. Me puso en contacto con un mundo maravilloso. Me fui a trabajar a una fundación privada de México, Coppel, y más adelante en una sala de exposiciones de Austria», destaca. Regresó a A Coruña con la idea de quedarse. Y empezó a desarrollar un proyecto del que enseguida les hablo. «Me llamaron de la Universidad de Navarra, que buscaban un comisario asistente, pero no me dijeron para qué museo era. Cuando me enteré pensé que solo con que me hiciesen una entrevista ya me parecía un premio. A finales de septiembre me dijeron que me habían escogido y el 7 de octubre entré a trabajar en el Guggenheim. Me sentí deslumbrada», resume.

El Espacio Peculiar

Dice que en el museo bilbaíno «hacen unos programas de un nivel alucinante. Me siento bien y todo el mundo es encantador. El clima se parece bastante al de Mera, pero allí llueve y para. Y el tema de los pinchos en los bares es un mundo maravilloso», sentencia. En el tiempo que pasó en A Coruña entró en contacto con artistas locales y visitó sus estudios. «Vi que había propuestas interesantes y decidí impulsar un proyecto propio y así nació Espacio Peculiar», relata. Tan peculiar, que está ubicado en el mercado de Perillo. «Salió publicado el tema de las concesiones de locales y me gustó la idea de acercar el arte contemporáneo a la gente de a pie. A esas personas que ven un cuadro y dicen ‘esto lo hace mi hijo'. Estoy muy contenta y las placeras me aceptaron muy bien». Ahora mismo está exponiendo la fotógrafa Sabela Eiriz. Duda un buen rato cuando se lo pregunto, pero finalmente Pilar Romero se decanta por Tamara de Lempicka. Una obra de esta artista sería su sueño en el salón de su casa. Dice que para ser comisaria es necesario «mucho análisis, investigación, creatividad... Preparar una propuesta que cuente algo, y tener criterios de arte y estética», indica esta experta que, cuando escucha el Moonlight Shadow de Mike Oldfield, siente que viaja a su casa de Mera cuando era una niña.