Tamara Falcó: «Me encantaría aprender a hacer la tortilla de Betanzos; es la mejor»
BETANZOS
La ganadora de la cuarta edición de «MasterChef Celebrity» asegura que lo más duro del programa es «que se haya terminado»
29 nov 2019 . Actualizado a las 16:10 h.En los minutos finales de MasterChef Celebrity, el chef Jordi Cruz puso voz a lo que muchos espectadores prejuzgaron al conocer hace unos meses el reparto de la cuarta edición del concurso de TVE: «Pensé ya verás la Tamara, la niña pija no va a dar palo al agua, no se lo va a tomar en serio». Él, el resto del jurado y el cocinero Joan Roca tuvieron que rendirse ante la entrega, la destreza y la capacidad de aprendizaje de Tamara Falcó Preysler (Madrid, 1981), que pasó de no tocar un fuego en su vida a preparar un menú «de estrella Michelin» que le dio la victoria.
-Es famosa desde niña, pero la gente tiene la sensación de haberla descubierto ahora en el programa. ¿Existía una imagen falsa de usted?
-Es algo que me han repetido varias veces en el día de hoy y desde que empezó el programa he visto a gente en redes pidiéndome perdón por haberme prejuzgado y diciendo que ahora les caía bien. Esa parte ha sido muy, muy bonita. Es verdad que, como siempre he estado en el foco público, he intentado que no me afectase lo que pensaba la gente de mí, porque si no sería un sinvivir. Ahora estoy superagradecida, mejor que piensen bien... La gente me demuestra su cariño y es alucinante el efecto que tiene MasterChef. Pero lo importante es tener un equilibrio con la persona que llevas dentro y tener en cuenta lo que dicen tus amigos y tus familiares, porque ellos son tu barómetro.
-¿Y qué le dice ese barómetro?
-Mis primos o mi hermano, que me ha llamado, dicen: cómo nos alegramos de que España te haya visto como eres. Y la verdad es que eso es un plus.
-Su madre dijo al verla en los fogones: «¡Es otra Tamara!» ¿Tanto ha cambiado?
-Creo que mi madre, con ese afán de protección que tiene de mamá gallina, no se daba cuenta de que había crecido. Pero el mismo esfuerzo que puse en la cocina es el que pongo en todo aquello que hago y que me gusta. Y la cocina me ha gustado. Juan Avellaneda me decía que cuando cogí la macheta y empecé a cortar las patas del pichón a mi madre casi le da algo. Es esa sensación de protección, de «mi niña es pequeña y no sabe hacer esas cosas». Estoy muy contenta de que me haya visto en plena acción y me haya dado la enhorabuena.
-Siempre ha mantenido la calma en el programa y especialmente en ese momento. ¿Como llegó a ese punto de concentración?
-Sabía que mi madre estaba allí y se iba a poner muy nerviosa con la macheta, así que intenté hacerlo lo más rápido y eficazmente posible. Además había practicado mucho y cuando tienes una macheta y le estás dando toda la caña tienes que estar muy concentrada... Esos factores fueron determinantes.
-¿Cuantas veces practicó el menú de la final?
-A lo mejor unas quince veces y dos veces más antes de la final. No sé calcular exactamente cuántas, pero fueron un montón...
-¿Qué ha sido para usted lo más duro de esta experiencia?
-Lo más duro es que se haya terminado. Me lo he pasado fenomenal, he disfrutado muchísimo. Algunas veces me decía que no iba a poder, pero ahora de repente da mucha pena que haya acabado.
- Ya había tenido un «reality» en Cosmopolitan TV y ahora muchos piensan que lo suyo ha sido un descubrimiento en la pantalla. ¿Se ve trabajando en televisión?
-La televisión es un medio en el que ahora mismo me siento muy cómoda, porque al dedicarle tantas horas acabas haciendo familia. Ahora estoy colaborando en el programa de Maxim Huerta los viernes con una sección muy cortita donde trabajo con gente que ya estaba en MasterChef y eso lo facilita todo. Creo que es interesante, es algo que me encantaría explorar, pero hay equis número de formatos que son buenos y es complicado. Me divierte mucho la tele.
-¿Pero seguirá siendo diseñadora de moda?
-Definitivamente. Es donde me realizo y es un reto para mí sacar mi empresa adelante. De hecho he sacado una colección con Juan Avellaneda.
-De su paso por Galicia durante la época en que trabajó en Inditex, ¿de qué platos guarda mejor recuerdo y qué le gustaría aprender a cocinar?
-Recuerdo la tortilla de Betanzos, la empanada... En la casa donde me quedé, Tere sabía muy bien cómo hacerla y de hecho me la mandaba de vez en cuando. ¡Qué bien se come en Galicia! ¡Es una maravilla! Además tuve la suerte de vivir allí el San Juan y fue muy bonito. En cuanto a cocinar, estoy haciendo últimamente pulpo a la gallega. Bueno, es mi versión. No sé si es el clásico, clásico, pero sí lleva pimentón y patata. Y me encantaría aprender a hacer la tortilla de Betanzos, es la mejor tortilla que hay.
«Para mi madre fue un sacrificio enorme ir al programa»
Tamara Falcó ganó la cuarta edición del concurso en un reñido mano a mano con Felix Gómez gracias a un menú compuesto por ensalada de gelatina de tomate, mango y flores; pichón a baja temperatura con trufa, aire de cacao y multiesféricos de maíz, y una reinterpretación de la tarta de melocotón de su abuela. Los 75.000 euros del premio los entregó a Mensajeros de la Paz.
-¿Qué se lleva de «MasterChef»?
-Me llevo una gran familia. El desarrollo del programa ha sido precioso. Hay mucha gente que trabaja detrás que no se ve, pero son un gran equipo del que me siento parte. Ha sido muy bonito y eso es lo que me llevo. Me llevo a mi Juan Avellaneda. Haber compartido plató con grandes profesionales como son Boris, Yolanda... Haber tenido la oportunidad de conocer al Sevilla de cerca. Definitivamente Vicky. Es una experiencia irrepetible.
-Y Los Chunguitos...
-Ay, Los Chunguitos. ¡Cómo se me habrán olvidado Los Chunguitos! Estoy ya un poquito cansada. Las cuatro horas de sueño no vienen nada bien...
-Un momento histórico de la televisión fue la aparición de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en las cocinas de «MasterChef». ¿Fue muy difícil convencerlos?
-Sorprendentemente no. Mi madre me había visto esforzarme muchísimo. Sé cómo es ella, y lo mucho que le cuesta la televisión, que es un medio que no le gusta. Pero cuando fui a pedírselo no lo dudó ni un segundo y me dijo: «Claro, chiquitina». Me entran ganas de llorar solo de pensarlo, porque sé que para ella ha sido un sacrificio enorme. Y Mario, que es un amor, estaba allí al lado, también lo invité y dijo que me acompañaba. Fue muy bonito. E igual con mi hermana Sandra, mis primos, no están acostumbrados a estar en el foco y lo han hecho todos con un gran esfuerzo. Estoy tremendamente agradecida.
-Y el colofón fue el beso final, que cerró su trama con Jordi Cruz. Hay quien sospecha que todo estaba guionizado...
-Los jueces tienen un pinganillo y habría que preguntarles qué pautas les dan a ellos. Yo puedo hablar de mi punto de vista y lo que se ha visto es lo que se ha visto. Lo del beso, por una parte, se me había pasado por la cabeza porque se metían mucho con Jordi por el tema de la cobra y me daba pena. Por otra parte, en la final me vine arriba y lo hice. Y aún estoy anonadada de haberlo hecho. ¡A mi madre casi le da algo! Pero que conste que él no tenía novia en ese momento [risas].