
Las hermanas Aurora y Rosa Salgado empezaron a trabajar con sus padres y les relevaron en la tienda de género textil que cumple medio siglo de vida en la ciudad
22 dic 2013 . Actualizado a las 06:00 h.A escasos pasos de la peatonal de O Calvario que vertebra el barrio con un dinámico tránsito continuo de gente está confecciones Aurorita, una de esas tiendas de ropa «de toda la vida» de las que cada vez quedan menos. Aurora Fernández Pedrido la fundó hace ahora medio siglo junto a su marido, Segundo Salgado Rodríguez, fallecido hace once años. El matrimonio vigués ya llevaba un largo recorrido en el sector comercial. Su primer negocio fue una droguería en la calle Real. Siguieron en A Coruña con el mismo género, al que añadieron una sección de juguetería. Después se trasladaron a Monforte, de donde eran los padres de él, y allí montaron su primer comercio de ropa. Pero los padres de ella eran del barrio vigués de San Roque y a la menor oportunidad decidieron regresar. Con la experiencia adquirida volvieron a Vigo buscando mejores oportunidades de negocio y desde entonces sigue funcionando bajo las mismas premisas.
En el año 2000 ambos se jubilaron, pero ya tenían asegurado el relevo. Sus hijas, Aurora y Rosa, se criaron casi detrás del mostrador. La mayor aún recuerda el primer local, en la misma vía, a escasos metros del actual. «Aún estaban haciendo la calle», asegura. La tienda ocupa ahora una gran superficie, la misma que la original, pero la amplitud actual se debe a que ejecutaron dos reformas, una en los años 80 y otra hace una década, achicando el almacén en beneficio del espacio para atender al público. En los orígenes era una mercería. «Aunque en realidad no vendíamos ni hilos ni botones ni nada de lo que se supone que es una mercería, pero es que entonces este tipo de tiendas se llamaban así. También teníamos ropa de hogar, pero lo dejamos para centrarnos en la confección, que siempre ha sido lo nuestro», insiste. Su hermana, Rosa, también comenzó siendo casi una adolescente y las dos empleadas que continúan con ellas, Lourdes y Neli, también llevan en la tienda «toda la vida». «El trato familiar sigue siendo nuestra bandera», afirman cargadas de experiencia. El pequeño comercio, que durante décadas dio vida a los barrios, trata de volver a recuperar su espacio después de haber sido desplazado por las grandes superficies y las franquicias. Pero los que lo tienen más difícil son precisamente los profesionales del sector textil, que pelea contra gigantes. «La competencia es brutal y sobrevivir es complicado, pero tratamos de seguir adelante haciendo lo que mejor sabemos hacer», argumenta Rosa. A ambas les encanta su trabajo y su clientela, cuando entra por la puerta, sabe que va a encontrar en ellas a las mejores asesoras. «Hay gente de varias generaciones que sigue viniendo aquí, se para, charla... es otra cosa», explica.
En las estanterías de la tienda el público puede encontrar ropa para vestirse en todas las ocasiones. Ropa informal y de fiesta y de ceremonia, para mujer, para hombre y también para niños, desde recién nacidos a más crecidos.
Para tratar de sobrevivir a los tiempos, compiten ofreciendo, además, calidad en la confección y en las telas, surtiéndose con proveedores españoles y gallegos, lo que genera actividad económica en casa, no en el mercado asiático .
Aunque en el caso de sus padres el relevo estaba cantado, Aurora y Rosa no lo tienen tan claro. En la generación posterior no parece haber interés por continuar. «Por ahora está difícil, pero ya se verá», dice Rosa, sin agobios.
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