No parece que vaya a haber ni moción de censura ni pacto. O sea, otra vez los presupuestos sin aprobar, y la ciudad tambaleándose
04 feb 2017 . Actualizado a las 14:50 h.La mayoría absoluta de la ciudad no confía en el alcalde. Es el resultado de la votación de este mediodía en María Pita. Los dieciséis concejales del PP (10) y del PSOE (6) votaron no en la cuestión de confianza a la que se sometió el alcalde para tratar de sacar adelante unos presupuestos que no fue capaz de negociar con la oposición.
Pero ¿qué cambia el pleno de ayer? De momento solo la consumación de un divorcio entre la Marea y el PSOE, que comenzó a fraguarse en el mismo momento en el que, en mayo de 2015, los socialistas dieron su voto sin condiciones para que Ferreiro fuese elegido alcalde. Pero, lo que para muchos ciudadanos sería una consecuencia lógica de la votación de hoy no parece que esté en el horizonte. Un cambio de gobierno pasa por una moción de censura que, a estas alturas, PP y PSOE no parecen en disposición de suscribir, aunque es a ellos a los que corresponde ahora jugar la pelota. Porque ese acuerdo de dos grandes partidos políticos en situaciones excepcionales que no sería extraño en muchas democracias, aquí sigue siendo una especie exótica.
El concejal que actuó como portavoz socialista, que quiso hacer un ejercicio de dignidad política subrayando que no admitirán más humillaciones por parte de la Marea, dejó no obstante la puerta abierta a que en las próximas semanas el alcalde acceda a negociar unos presupuestos que saquen la ciudad del atolladero. ¿Vuelta al punto de salida? Difícil, aunque el alcalde, después de zarandear de nuevo en el pleno a un PSOE malherido, diga que la Marea están condenados a entenderse con los socialistas.
Tal como están las cosas no parece que suceda ni una cosa ni la otra: ni moción ni pacto. O sea, otra vez sin presupuesto quizás hasta casi finalizado el primer trimestre, sin inversiones nuevas y sin transferencias a asociaciones. Y con el Gobierno local (10 concejales más el apoyo crítico del BNG) en esa minoría absoluta en la que hasta el momento parece sentirse cómodo. Y la ciudad, tambaleándose.