El puente de Baños de Arteixo es la tercera obra más importante de las inauguradas este año en una ciudad sin apenas inversiones
14 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Solo faltaban la música de banda y aquella voz nasal de la folklórica Lolita Sevilla. Ya saben: «Os recibimos, americanos, con alegría. Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía». Por lo demás, el decorado del pueblo de Villar del Río estaba casi completo. El Plan Marshall dejaba a su paso por Coruña una flamante pasarela para peatones, y hay que decir en honor a la verdad que nunca antes una instalación de este tipo había promovido fastos tan grandilocuentes.
Fue como si la ciudad, inundada por una avalancha inversora -qué tiempos aquellos- abriese los brazos a un nuevo tramo del paseo marítimo, a un renovado puente de A Pasaxe, a la estación intermodal que disfrutan ya otras urbes próximas… Pero no. Lejos quedan los tiempos en que Coruña jugaba la Champions, así que hay que conformarse con objetivos más modestos.
El perro Piloto de los Baños de Arteixo que nos ha tocado en la tómbola de los Presupuestos es -hay que admitirlo- algo más que una pasarela peatonal; es una infraestructura ilustre, con un coste de dos millones de euros e inaugurada en singular prueba de carga por la plana mayor autonómica y municipal, cuyos líderes comprobaron con su propio peso la resistencia del artefacto. ¿Por qué semejante aparato propagandístico? Pues porque, aunque duela decirlo, estamos ante la mayor obra ejecutada en la ciudad desde el 2015, tras las cubiertas de Riazor y la estación de San Cristóbal.
Es la tercera en importancia. Una simple pasarela. Y eso da una idea del desierto que cruzamos los coruñeses durante cuatro años de gobierno de la Marea en los que las únicas grúas que se movieron en Coruña fueron las de las jugueterías. Así se explica tanta pompa y boato para recibir un puente hasta Marineda al que nadie quita su importancia, ya que va a unir dos zonas de la ciudad separadas por una carretera y va a reducir el número de descerebrados que cruzan saltando la mediana. Pero es eso: simplemente un puente.
Durante la ceremonia inaugural nos explicaron que la pasarela mejorará la seguridad de 20.000 trabajadores del polígono de A Grela ante los 50.000 vehículos que pasan a diario junto a un centro comercial que recibe cada año a 18 millones de visitantes. Impresionante. Cierto. Y por eso precisamente llega tan tarde esta obra. No un año, que es el retraso acumulado, sino tantos como lleva operativa Marineda, pues una vez más construimos dotaciones y las llenamos de público sin proveerlas antes de las imprescindibles infraestructuras. ¡Para qué! Ya se harán.
Con grandes promesas políticas en el horizonte… una ilustre pasarela. Eso es todo por ahora. Y mientras no vengan tiempos mejores, pues a seguir cantando coplas en Villar del Río: «Olé Virginia y Michigán. Y viva Texas, que no está mal».